Luz.
El balazo que resuena en la oscuridad seguido de un olor metálico a sangre me llena el alma de dolor, y es algo de lo que no puedo despegarme hasta que abro los ojos.
Lo primero que sentí al despertarme fue el sudor frío en mi nuca y el rastro de lágrimas en mis mejillas. Lucrecia estaba prácticamente sobre mi cuerpo, como casi todas las mañanas de este último mes en que venía hasta mi habitación a sacudirme para terminar con mis pesadillas.
Siempre supe que no es aconsejable despertar abruptamente a un sonámbulo, como tampoco a alguien que está teniendo un sueño horrible; evidentemente mi amiga no sabía muy bien eso.
-Luz - su tono era casi un susurro, corrió mi pelo casi empapado en sudor hacia atrás despejando mi frente -Otra vez estabas gritando.
-Perdón, ¿qué hora es?
-No me pidas perdón, tonta. Todos tenemos pesadillas, no pasa nada. Y son casi las siete.
-¿De la mañana?
-De la tarde, sigue siendo veintitrés, todavía estás a tiempo de mandarle un mensajito para saludarlo.
Bufé, cansada de que tocara siempre el mismo tema. Toda la semana estuvo machacando mi cerebro ya quemado con la idea de que fuera a visitarlo o de que mínimamente me dignara a desearle un feliz cumpleaños. Finalmente el día había llegado, y fiel a mi palabra no moví un dedo para escribirle.
-Ya te dije que no, Lucrecia, me tenes podrida.
-¿Por qué tenes que ser tan cabeza dura? - cuestionó levantándose de la cama -Lavate la cara y ayudame a terminar la cena.
Así me tuvo todo este tiempo, con la mente ocupada en cualquier cosa para que no pensara en nada; no era una tarea fácil porque cuando no estaba recriminadome el haberle puesto una pausa a mi relación con Valentín, soportaba las preguntas constantes de mi hermano de porqué no venía a vernos. El resto del tiempo se me iba en trabajar, preparar las últimas dos materias para terminar de una vez el secundario, y como broche de oro ensayar hasta el cansancio mi testimonio para el juicio.
En éste tiempo no me quedé quieta, buscando un abogado de oficio por todos lados hasta dar con uno que se animó a llevar el caso que me quitaba el sueño. Sabía que cuanto antes terminara con esto, mas cerca estaba de decirle a Valen que lo había conseguido y que finalmente era libre para hacer mi vida.
Después de lo sucedido Martín salió de la comisaría a las 72 horas con una advertencia y una orden de restricción. Me dijeron lo típico: que si yo había entrado en eso por voluntad propia no podían hacer mucho, que no tenían pruebas suficientes, que no habían testigos en el lugar del hecho que atestiguaran a mi favor para que no saliera en tan poco tiempo.
En mi opinión los oficiales eran testigos suficientes cuando allanaron el galpón donde me tuvo encerrada durante un día entero, pero la justicia parecía no compartir mi lógica, y con el sistema en mi contra nada de toda esta mierda iba a ser fácil.
Hice mi mejor esfuerzo por alejar los pensamientos negativos, y cuando terminé de lavarme la cara practiqué un par de sonrisas frente al espejo para disimular con Salvador.
-¿Que comemos? - pregunté entrando en la cocina.
-Tortilla de papa, pasame un plato así la doy vuelta.
-Ah, te jugaste. - busqué un plato en la alacena haciendo puntitas de pie gracias a mi corta estatura -Toma, se viene la prueba de fuego.
Lucre río, poniendo el plato sobre la sartén y dandola vuelta para ver si salía bien o si caía huevo por todos lados.
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ángel ; wos
FanfictionDe pelo oscuro un ángel con campera, le dije: "te esperé la vida entera." y no me creyó casi nada. • En proceso; Junio 2020