2. 𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒎𝒆𝒓𝒄𝒂𝒅𝒐

3K 249 250
                                    

Luz.

Salvador no había parado de hablar de Wos desde que habíamos entrado en casa. No lo culpaba porque era su "ídolo" o el rapero que más le gustaba, pero yo tenía otras cosas en la cabeza. Estaba esperando que Lucrecia, mi única amiga, me confirmara que estaba llegando para cuidar esta tarde a mi hermano.

Yo tenía que trabajar cuatro horas en una casa que me quedaba algo lejos, y después volver a las corridas para llegar al colegio. Dejar a Salvador hasta las 23 hs con Lucre no era mi cosa favorita del mundo, pero si quería terminar el secundario de una buena vez la nocturna era mi mejor opción y no la iba a desaprovechar. Al menos me tranquilizaba pensar que apenas me quedaban sólo cuatro materias.

—Salvi, traeme tu cuaderno de comunicados así lo miro antes de irme. - Salvador asintió y se levantó de la mesa, dejando su plato en la cocina.

—Dejalo ahí que yo lo lavo, ahí vengo.

Mientras Salvador buscaba el cuaderno en su mochila, escuché que tocaban la puerta. Respiré aliviada sabiendo de antemano que era Lucrecia.

—Hola, Lucecita - dijo dándome un abrazo fuerte. Se alejó para observarme mejor e hizo una mueca. —Hace una semana que no te veo y estás cada día más flaquita. ¿Estás comiendo?

—Si, Lucre. - respondí aunque no era del todo cierto. La mayor parte del sueldo se me había ido en el alquiler, por eso mi insistencia fue tanta al momento de conseguir la caja de alimentos. El domingo teníamos sólo unos fideos y dos milanesas en el freezer, y Salvador no iba a ir al colegio con el estómago vacío. Si yo tenía que tomarme un té e irme a dormir, lo hacía.

—Te está mintiendo, Lucre. - dijo la voz de Salvador atrás mío. Se encogió de hombros cuando lo miré mal y me extendió el cuaderno azul de tapa dura.

Salvi tenía que llevar un frasco de mermelada, algodón y unos diarios para un trabajo al día siguiente. Firmé la nota y sonreí al ver que le había ido bien en su última prueba de Ciencias Naturales. La maestra comentaba que estaba mejorando y participando más en clase. Su nota había sido un nueve, al que agregó un sticker de carita feliz al lado.

—Te sacaste un nueve, loquito. ¿Por qué no me dijiste nada?

—Era una sorpresa. Me va a seguir yendo bien, yo quiero que vos estés orgullosa de mí. - dijo con sus ojitos brillosos.

Me arrodillé a su lado, abrazandolo con fuerza. Le di un beso en la sien, y acuné sus cachetes rosaditos.

—Vos sos mi orgullo más grande, amorcito. Te vaya bien o mal, yo siempre estoy orgullosa de vos, ¿si?

El asintió, saludó a Lucrecia y se fué al sillón a ver la tele.

—Luz – dijo Lucrecia en tono bajo para que no escuchara mi hermano —¿Por qué no me dijiste nada de la comida? Vos sabes que aunque sea te traigo unos sanguchitos, boluda.

—Ya retiré la caja, no te preocupes. Gracias por quedarte con él, no sé que haríamos sin vos...

—No pueden vivir sin mi - comentó riendo y sacando la lengua.

—Sí, seguí soñando. Me voy antes de que se me haga tardisimo, obligalo a que se bañe si es necesario, ¿escuchaste sucio? - grité dirigiéndome a Salvi.

—¡Si Luz, ya escuché! - gritó a modo de respuesta.

—Anda tranquila, yo le preparo las cosas para mañana. Avisame cuando llegues, porfa.

Asentí y salí de casa, caminando tres cuadras que se hacían eternas hasta la parada del colectivo que me llevaba a San Isidro. Hoy me tocaba trabajar en la casa de una señora mayor que era viuda. Sus hijos se habían mudado hace tiempo y ella estando sola necesitaba ayuda. Era una mujer dulce, que me recibía con unos mates y me daba charla mientras yo limpiaba para que el tiempo se pasara mas rápido.

ángel ; wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora