Cap: 2

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YGGDRASILL no era el típico juego RPG en el que se subía de nivel al ganar experiencia de los Mobs asesinados o gastando recursos para aumentar las estadísticas. Al menos no exactamente.

En primer lugar existía un límite en el nivel que podían alcanzar los jugadores, nivel 100, para ser más precisos. Este nivel se alcanzaba de la siguiente forma.

Era necesario conseguir mediante distintos tipos de misiones, varias clases de trabajo en el caso de las razas humanoides (humanos, elfos, enanos, etc) y semi-humanas (goblins, centauros, orcos, sátiros, etc).

Estas clases de trabajo se clasificaban en: bajo, medio y alto nivel. Las de nivel bajo podían elevarse hasta tener 15 niveles, las de nivel medio 10 y las de alto nivel 5. Básicamente, para tener un buen personaje era necesario conseguir varias clases de trabajo hasta que sus niveles sumaran 100.

Pero lograr esto era más fácil decirlo que hacerlo. Porque completar las líneas de misiones que desbloquearían las clases más raras y necesarias para la construcción de personaje decente, eran exageradamente extensas, por no mencionar lo difícil de éstas.

A veces el problema ni siquiera consistía en completar la línea de misiones, sino en encontrar y realizar correctamente el primer evento que la desencadenaría, y esto era en algunos casos tan difícil, que llegabas al punto en que era más fácil pensar que las condiciones para lograr esto eran completamente aleatorias. Cosa que no era muy difícil de deducir teniendo en cuenta la retorcida personalidad de los desarrolladores.

Como consecuencia, hubo muchos jugadores que acabaron rindiéndose a la mitad de una de estas líneas de misiones, y consiguieron un personaje inútil, o en el mejor de los casos con estadísticas completamente desequilibradas.

También se podían conseguir estas clases mediante distintos desafíos, logros, eventos y torneos. Estos dos últimos ocurrían cada cierto tiempo en algún lugar del extenso mapa de YGGDRASILL. Pero cualquiera de estas opciones eran casi imposibles de realizar. Desde matar una cantidad increíble de Mobs de alto nivel sin ayuda y sin morir, tener un personaje especializado completamente, o en su mayoría, en alguna de las ramas de la magia, e incluso conseguir un objeto raro cuya probabilidad de caída era de menos del 1%.

Cabe destacar que quien consiguiera esto obtendría un personaje increíble, pero la mayoría de las personas no tenían la fuerza de voluntad, ni la habilidad para conseguir esto y al final acababan tirando la toalla.

La raza heteromórfica (demonios, no-muertos, slime, etc) subía de nivel de la misma forma que los demás, pero los jugadores que eligieron esta raza lo tenían aún más difícil.

Esto se deriva de varios motivos. Uno de estos era que los personajes heteromórficos tenían niveles raciales que podían sumar a sus clases de trabajo. Es lógico pensar que esto les daba a estos jugadores un potencial relativamente mayor que a las demás razas y por esto eran víctimas constantes de PK. Además del hecho de que la mayoría de razas de este tipo no eran agradables para la vista. Esta última parte, teniendo en cuenta el hecho de que no sería bonito ir caminando por cualquier lugar y ver una figura humanoide con bocas en cada parte de su cuerpo.

Esto sumado a que los jugadores humanoides no recibían ningún tipo de penalización por parte de los desarrolladores al hacer PK en estas razas y que la mayoría de NPC no les daban ningún tipo de misiones, ya que el karma de estas criaturas era mayormente negativo. Dió como resultado que las personas que elegían ese tipo de razas fueran llamadas raros en los foros del juego y que el ya decadente número de jugadores con personajes heteromórficos fuera aún más en declive.

Y quién podría culparlos cuando ellos solo querían, igual que los demás, huir del mundo de mierda que les había sido legado por sus antepasados. Quien los culparía por borrar la cuenta de su personaje y empezar de nuevo con otra raza para poder disfrutar tranquilamente de ese pequeño refugio virtual. Y esto fue así por mucho tiempo.

Overlord: El mundo de los juegos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora