Prólogo.

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P R Ó L O G O
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«---TAKE FLIGHT---»

La habitación estaba inundada en un inquietante silencio tenso, dejando de lado el rugido del agua luchando contra el cristal de las ventanas. Solo su madre estaba ahí, al lado suyo, tratando de reconfortar a su hijo con la mano dándole mimos en la cabeza, y a su vez, mirándolo con una extraña e inexplicable añoranza inverosímil que por dentro hacia rabiar a Yoshiō.

Podía entender que se sintiera triste, pero lo que no, era por qué parecía tan decepcionada, o bien podría ser que no quería pensar en ello. No hacían falta las palabras, podía saber con una sola ojeada a su persona que ya no albergaba la misma aura de siempre. Aquel fallo suyo le dio la impresión de que su pertinaz madre había perdido las ilusiones en él y no podía culparla.

Lo había dejado claro nada más se presentó en el lugar, porque lo primero que hizo fue reprenderlo, completamente indignada, pero con el pasar de los minutos, y tras percatarse de que todo lo que había dicho, Yoshiō, ya bien lo sabia, pudo recuperar la compostura y llegar a la situación en la que se encontraban.

Sin embargo, Yoshiō hubiera preferido seguir escuchando a su madre alardear y quejarse que sentir como le proporcionaba una falsa compasión para ocultar el fiasco y lástima que ahora le tenia.

«¿Dónde estaba su padre en estos momentos? ¿Y sus hermanas? Entonces, ¿de que le servía tener tantas sino estaban para él cuando lo necesitaba?» No lo sabía, pero tampoco quería preguntar y decepcionarse con la respuesta. Tenía suficiente con la ansiedad de los resultados que llevaba esperando durante toda la tarde, estando tendido sobre una camilla blanca y cubierto con frazadas hasta la cintura. Donde había gastado la mayoría del rato pensado en el último partido que lo llevo a estar ahí. Todo siempre lo dirigía a una sola cosa y ese era su falta de perseverancia con el equipo.

Era el capitán debido al esfuerzo que había demostrado poner en cada práctica durante sus tres años de secundaria en el Fukuoka, sí, pero, ¿de qué le servía esforzarse si los demás se quedaban atrás?

Lo sabía, sus compañeros compartían el mismo e ingenuo pensamiento; "mientras Takahashi este en nuestro equipo no podemos perder". Una completa farsa. No importaba qué tan bueno fuera bloqueando, o qué tan increíbles fueran sus saques, o si eran buenas sus recepciones, Yoshiō no podía hacerlo todo solo y lo descubrieron en ese partido. Donde no sólo les costó el set que podía llevarlos a las nacionales, sino que también su capitán.

El problema parecía ser que Takahashi no era bueno alentado a las personas, podía ser directo, pero era todo.

—No debes estar nervioso, Yoshiō —murmuró su madre, con voz alentadora sacándolo de su ensoñación.

«Oh, sigue aquí» pensó, mirándola de reojo. Ella era tan parecida a él, que bien podrían definirlo como su propia copia.

Yoshiō no contestó nada, su sola mirada bastó para que su madre se percatará que no le apetecía hablar. Se encontraba lo suficientemente deprimido y frustrado como para decir palabra alguna.

—¿Por qué no duermes un rato? —inquirió—. Debes estar cansado, y tu pierna debe doler horrible.

Yoshiō negó vagamente con la cabeza, la frustración parecía haberle hecho olvidar el dolor en su pierna.

—No necesito dormir —espetó clavando sus ojos azules en ella, con desdén—. Necesito pensar, si no lo hago, mañana estaré lo suficiente molesto como para mandar al demonio a todos.

Su madre, que llevaba el nombre de Anzu parpadeo unos segundos mientras lo miraba, dándose cuenta de que más que deprimido, Yoshiō estaba irritado, molesto.

—¿Por qué me muestras esa mirada de lástima justo cuando me has dicho que todo va estar bien? Es detestable.

—Porque sé que no podrás volver a jugar. —Y Yoshiō lo miró estupefacto, con la boca bien abierta mientras repasaba sus palabras.

Tragó saliva, y movió sigilosamente sus manos hacia el borde de la frazada.

—¿Q-qué te hace pensar eso? —tartamudeó, en un hilo de voz—. El doctor no ha dicho absolutamente nada, ni siquiera están listas todavía las radiografías ¡no puedes venir únicamente para decirme tonterías como estas! —vociferó como rara vez en él, fuera de sí acallado por el sonido de la tempestad afuera.

—Eres un ingenuo, Yoshiō —dijo Anzu, alzando la voz y levantándose de la cama—. La lesión que te hiciste no es una cualquiera, es una rotura de ligamiento en la rodilla, y todo fue por tu propia estupidez. Creía que eras un chico listo, que conocía sus limitaciones, ¡pero seguir jugando con un esguince de tercer grado es impensable! ¿Cómo pudiste ser tan estúpido?

Yoshiō frunció los labios tras cerrarlos, sintiendo un terrible desagrado por su madre. Él no quería pensar en eso, pero Anzu estaba dispuesto a escupirselo en la cara ese mismo día.

—Entiendo que el voleibol es importante para ti, ¿pero por qué exagerar a tal punto en el que ya no podrás usar tus piernas? Incluso si pierdes un partido puedes seguir jugando después —Anzu sabía que Yoshiō no podía quejarse, porque estaba diciendo la verdad—. Has arruinado tu vida deportiva, ¿cómo no quieres que te mire con lastima? Eras el hijo más talentoso que tuve, pero ahora no eres más que un idiota. Es muy difícil que alguien se recupere luego de tal lesión.

Y de nuevo estaba reprendiéndolo como cuando había llegado. Pero su argumento era tan lógico y verídico que Yoshiō se veía obligado a quedarse callado, detestando a su madre por decir nada más que la verdad. Un pensamiento que si tuviera tiempo de tomarlo con claridad sabría que sería infantil e irónico viniendo de él, que no sólo era semejante a ella físicamente, sino que también en cuanto a su personalidad eran iguales.

Ahora entendía por qué la gente se quejaba cuando él hablaba de un manera tan directa; porque dolía.

—Tienes razón —admitió, lleno de pena, rasgando la voz y haciendo que su madre cerrara la boca para escucharlo hablar—. Pero ya esta hecho, ya lo he pensado, y ya me he arrepentido.

Anzu lo miró por encima de su hombro en el mismo momento que abrieron la puerta de la habitación, y lo que con tanto esmero y ansiedad habían estado esperando llegó; las radiografías.

Yoshiō sólo podía esperar que no fueran tan malas las noticias y que lo que su madre había dicho quedara como una enorme blasfemia.

«Si tengo la oportunidad de volver a la cancha lo haré, no importa cuanto me lleve». Yoshiō había aprendido la lección, y no estaba dispuesto a repetir el mismo fallo.

Me veo en la obligación de subir esto ya que no hay más que un libro de haikyuu!!! x male OC, así como no hay historias de Yaku ni de Shirabu ;C que lamentable, la verdad, igual les hago una corta

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Me veo en la obligación de subir esto ya que no hay más que un libro de haikyuu!!! x male OC, así como no hay historias de Yaku ni de Shirabu ;C que lamentable, la verdad, igual les hago una corta...

«---TAKE FLIGHT---»
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