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La alarma en su teléfono comenzó a sonar. Sus ojos se abrieron lentamente y su ceño fruncido se dirigió al lugar donde su móvil vibraba, haciéndole saber que era hora de levantarse.

Tanteó la pantalla con sus dedos hasta que la melodía dejó de escucharse dentro de su habitación y cubrió su rostro con la almohada que antes se amoldaba a su castaña cabeza, allí debajo se permitió bostezar y lanzar quejidos inaudibles, murmurando palabras sin sentido mientras seguía siendo un prisionero de sus sábanas.

La semana después de hablar con Hoseok transcurrió de manera tortuosa, en siete días no habían llegado noticias y Jungkook comenzó a cuestionarse la demora exagerada de una respuesta. Sin embargo, se podría decir que algo bueno surgió de aquella espera: ahora se había convertido en la única motivación para abandonar su cama, despertar su dormido trasero e ir al colegio.

Por un lado, se mantenía en un estado de expectativa constante, imaginando los mil y un escenarios posibles que le esperarían al cruzar la puerta del despacho de Hoseok. Por otro, intentaba no pensar en ello. Sin embargo, Jungkook estaba convencido de que hoy sería un gran día.

O al menos eso creyó. Cuando llegó al Instituto se dio cuenta de que estaba equivocado. Muy equivocado.

—Maldición —murmuró el castaño con un humor de perros—. ¿Por qué me haces esto, Hoseok?

Sus ojos contemplaron solemnes la nota pegada en la puerta de la oficina del Presidente del Consejo Estudiantil: "Cerrado hasta las 15:30 pm" ¿Por qué cuando más necesitaba hablar con él no podía? El Omega sintió el impulso de lloriquear en su lugar.

Con desgano, miró la hora en su teléfono, tendría que esperar tres horas más para hablar con el pelirrojo, de solo pensarlo le daba flojera. Un suspiro pesado abandonó sus labios rosados, le echó una última mirada al papel frente a él y, con un mal sabor de boca, se marchó.

Mientras caminaba intentó convencerse a sí mismo de que un mal momento no definía su día, intentó pensar en positivo: este era un nuevo año, con nuevas oportunidades y nuevos desafíos. No debía amargarse solo porque sí.

Iba distraído, inmerso en sus pensamientos con la mirada en el suelo, más entretenido en sus zapatos que en su al rededor. Levantó la mirada cuando sintió que llevaba caminando más tiempo de lo habitual. Arrugó la nariz y frunció los labios, se rascó la nuca confundido, sus orbes avellana escanearon los salones a sus costados. Agudizó la vista y logró ver la puerta de su salón, casi al fondo del largo pasillo.

Al llegar, notó desde las ventanas que el lugar estaba a punto de colapsar, no habían siquiera lugares disponibles. Cerró los ojos con fuerza, su día recién comenzaba y ya estaba completamente irritado, quería gruñir con fuerza.

¿Acaso todo saldrá mal hoy?, se preguntó a sí mismo con rabia.

Jungkook se detuvo por un instante en la puerta de la clase de Literatura, su timidez palpable en la manera en que sus hombros se encogían. Su rostro se iluminó cuando encontró un lugar libre, con la cabeza gacha, se dirigió a su pupitre, esperando pasar desapercibido. Se sentó lentamente, evitando el contacto visual con sus compañeros, y comenzó a sacar sus libros y cuadernos, tratando de ignorar el bullicio a su alrededor.

Fue entonces cuando el olor en el aire le quemó la nariz. La mezcla de aromas en el salón era abrumadora, una desarmonía de feromonas que le hizo apretar los labios. Los aromas, mayormente de Alfas, se mezclaban en una tormenta sensorial que lo hacía sentir pequeño y vulnerable.

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⏰ Última actualización: Jun 21 ⏰

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Un Omega En ¿El Equipo De Basketball? | TAEKOOK #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora