Shadow || YOONMIN

Cuatro

Su mundo era gris, ya no había color en él, sus sonrisas eran falsas y forzadas desde que su infierno dio comienzo.

Sus manos jugaron ansiosas con el tenedor revolviendo la comida de su plato, su vista fija en un punto muerto, sin querer ser consciente de lo que pasa a a su alrededor, sus comisuras se elevaron un poco simulando una sonrisa falsa cuando su mamá le acarició el cabello con cariño.

—Estás muy delgado Jimin, deberías comer... Asumo que la universidad es muy complicada, pero no debes descuidar tu salud—

Solamente asintió porque ¿Que podía decirle cuando el apetito simplemente no llegaba? ¿Cuando sentía tanto asco de sí mismo que le era imposible probar bocado sin sentirse horroroso al verse al espejo?

Vio de reojo al causante de su desgracia, removiendo con mayor ansiedad el contenido de su plato.

—Vuelvo en seguida— susurró su mamá dirigiéndose al baño.

Quiso gritarle que no lo dejara solo, pero no tenía el valor para dar explicaciones al respecto, no cuando su mente le repetía que todo lo que había pasado era únicamente su culpa.

La enorme mano acarició su muslo por debajo de la mesa y su cuerpo se tensó, sintió las náuseas invadir su estómago y el deseo de correr lejos no tardó en aparecer, sin embargo no pudo moverse.

—Te has puesto incluso más lindo Jiminie... Tendré que visitarte un día de estos— le susurró logrando de este modo que los vellos de su cuerpo se crisparan.

No, no, no... No me toques con tus asquerosas manos.

Tragó el nudo en su garganta aguantando las ganas de gritar cuando la mano se deslizó por su muslo —Por favor— pidió en una súplica, había sido mala idea ir.

—Te he extrañado Jiminie la casa sin ti no es lo mismo... Ah la pasábamos tan bien tú y yo— sonrió sin mostrar los dientes —¿Lo recuerdas?—

¿Que si lo recordaba? Era algo que simplemente no lo dejaba dormir por las noches, era un recuerdo que lo atormentaba a pesar de que el tiempo había pasado.

Apartó su mano de un golpe y se levantó con rapidez sintiendo las lágrimas mojar sus mejillas, dio una última mirada al hombre a su lado que le miraba expectante de lo que podría hacer y sin mediar palabra salió de ese lugar con su corazón retumbando contra su pecho.

Porque no podía hablar, no cuando estaba tan aterrado por lo que podría pasar.

Porque esas sombras dan mucho miedo;