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Joaquin

Me volvería loco, ésta maldita puerta era imposible de romper, y aquel desgraciado pareciera no importarle escuchar el ruido, pues por más que hiciera escándalo, esté lo ignoraba, y yo por dentro me moría de coraje, de rabia y de sufrimiento por lo que mi pobre Emilio estaba pasando en estos momentos, todo era inútil, o eso creía, hasta que escucho a su pequeño sollozar, pues su lobo, estaba por transformarse, pero antes de que lo hiciera derrumbó la puerta, y lo vio ahí, su pequeño tirado en el suelo, con la camisa destrozada, rápido me arrodillé, y lo abracé, el estaba asustado, pues al principio le costaba abrazarme, pero después me aceptó, para tranquilizarlo solté feromonas para que el se sintiera bien, todo era perfecto, nuestras miradas, éramos unos solos sincronizados, hasta que el idiota que le había hecho daño a mi pequeño, se reía como estúpido ¿De que diablos se ríe ese maldito imbécil? ¿Somos sus payasos? Le dí un beso en su frente a Emilio, y volteó bruscamente a mirar al imbécil y sin pensarlo me aventé, golpe tras golpe retumbaba en la aula, no me importaba estaba realmente loco, ese idiota le hizo daño a lo que más quiero, ya era hora de que pagará, Emilio en pequeños y suaves susurros me decía para, pero no podía, ya no, hasta que sentí que una suave mano me tocó, volteó y era él, si no hubiera sido él, tal vez hubiera matado a ese imbécil, quite la camisa de mi chico, que ya estaba hecha añicos, quite mi camisa y se la puse a él, la verdad no me interesaba que me vieran mi torso, estaba con el, es lo único que me importa, pues mi cuerpo, mis miradas, mis caricias y mis besos, eran sólo para él, lo cargue suavemente y salimos de aquella aula, la verdad no me importaba que ese idiota quedará con la cara hecha mierda, se lo merecía, y por mi mejor si nadie lo encuentra, nada, ni nadie le hará daño mientras yo esté.

Emilio

Tenía tanto miedo, pensé que me había abandonado, y que todo lo que me había dicho era solo calumnias, pero no fue así, él volvió, estaba ahí, defendiéndome, cuidándome, me había salvado, ahora habíamos abandonado aquel lugar y me encontraba entre sus brazos, no podía dejar de mirarlo, y a lo mejor él, se dió cuenta de eso, pensé que me reclamaría por eso, pero en cambio cada que lo miraba, me sonreía y una que otra vez me daba un beso en la mejilla, eso hacía que me sonrojara y otras veces que escondiera mi mirada entré su pecho, estaba tan feliz, no importaba quien nos mirara, ni que nos hicieran caras, o hablarán mal, lo que importaba era estar juntos.

Bueno chic@s aquí esta el capítulo, espero les guste, perdón por la tardanza

"Mi realidad no tiene escape"-EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora