El silencio volvió, se sentía una tensión en el aire, pues nuestro malhechor continuaba con su proceso curativo, y nuestro espectador no desvió la mirada de ninguno de sus movimientos. Ya habiendo cubierto con un adhesivo micro poroso la herida, bajó su camiseta negra y volvió la vista a quien se encontraba frente a sí; ahora lucía en su rostro una sonrisa.
- ¿Puedo ahora yo hacerte unas preguntas?
- Seguro, aunque...-bajó su mirada en acto reflexivo-... la señora me dijo que no debía hablar con extraños.
- Ya no somos tan extraños, hemos hablado antes y no sentiste miedo como ahora.- replicó.
- Es verdad. Bueno, está bien, pregúntame le que gustes.- contestó con una actitud más animada.
- Muy bien, entonces dime: ¿por qué estás en la bañera?- dijo colocando sus manos detrás de sí usándolas de apoyo para inclinarse.
- La señora me dio unos caramelos, y me dejó en la bañera por si me volvían a dar nauseas, pero como no lo hicieron, me dormí.- levantó sus hombros sin interés.
- ¿Por qué te dan nauseas?
- No lo sé, solo lo hacen, y tienen un nombre muy raro, como Rox- Roxsal- indagó en voz alta.
- ¿Roxicet?
- ¡Sí ese! Saben bastante extraño, pero son ricos, me hacen sentir paz.
- Ya veo, y ¿Qué más hace esta "señora" que mencionaste hace unos minutos?-le preguntó bajándose hasta quedar a la estatura de lo que ahora pasaba a ser un perfecto acompañante.
- Ella se molesta si me porto mal o hablo demasiado, cuando no le contesto o me quedo mucho tiempo pensando.- dice con la cabeza baja.
- ¿Te hace algo cuando se molesta?- pregunta alzando la cabeza de su acompañante para ver sus ojos.
- Me encierra en un cuarto oscuro...- dice susurrando-... me hace marcas en el cuerpo con algo largo que a su vez tiene un artefacto afilado al final. La señora lo llama "La ley", pero no creo que tenga un nombre tan raro.-dijo mientras jugaba con sus manos.
- ¿Por eso las marcas en tu cuerpo?- preguntó y su acompañante asintió con la vista baja- Ya veo. ¿Y hay algo que te agrade de la señora?
- Cuando se va por días y me deja comida en la nevera; hoy salió así que estoy feliz.- Volvió a sonreír.
- Me alegro de que así sea.
Pasaron un momento en silencio, uno cómodo y cálido donde solo se acompañaban entre sí, viendo el momento pasar; hasta que éste fue interrumpido por la voz del menor:
- ¿Te sientes mejor?
- Mucho, pero creo que nos conviene comer algo, ¿te parece si vamos a la cocina?-le indicó quitándose la máscara y dejándole ver su rostro.
- ¡Sí!- Inquirió entusiasta.
El rostro de nuestro malhechor, no coincidía con sus actos, tenía cara de Ángel, mientras que sus actos estaban llenos de pecados, como los de un pobre diablo. Sus ojos eran de un color avellana, sus labios rojos como cerezas y nariz fina; más llevaba una marca interna, una que ahora le había llevado a pecar. El alcohol, las drogas, y las traiciones de las personas en las que más confiaba, le llevaron a lo que era hoy día.
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El mundo a través de la mirilla.
Misterio / SuspensoUn giro inesperado tras encontrar a un ángel encerrado, en una jaula a la que de forma fantástica le llama hogar. ¿Cómo irá a terminar? . . . Esta historia es un one shot o una novela de tres capítulos. . En la siguiente historia los personajes no t...