G.u.i.a

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Introducción

Estamos en el Año 2255 de la era común, han pasado un par de siglos desde la instalación de la G.U.I.A., cuyas siglas contradicen su objetivo, ya que la idea de su creación era únicamente la gestión universal por inteligencia artificial, instaurada como último recurso tras los eventos que llevaron a la raza humana al borde de la extinción.


El 70% de la población mundial está conectada a la red de la IA, una red de entrelazamiento cuántico que la hace perfecta para comunicarse a grandes distancias sin retrasos; el único inconveniente es que solo G.U.I.A. es capaz de procesar los datos. Seguramente te preguntarás: ¿cómo se conecta a los seres humanos? Mediante nanobots de intercomunicación neuronal. El 20% de la población restante corresponde a jóvenes y niños que aún no alcanzan la madurez suficiente para el entrelazamiento. El 10% restante corresponde a las facciones que no deben o no quieren ser parte del nuevo gobierno único, también conocido como la Unión. No obstante, el presente al que nos enfrentamos no es un futuro distópico gobernado por una máquina omnipresente, sino uno donde G.U.I.A. instruye a todos en lo que necesitan saber, programa las actividades que todos necesitan hacer y crea una agenda de desarrollo personal en función de las capacidades de cada individuo, sin dejar de lado sus intereses personales. En pocas palabras, busca la mejor manera de gestionarlos.


Han pasado más de 200 años desde la fundación de la Unión, un gobierno creado a partir de los eventos ocurridos durante la catástrofe progresiva inevitable, en donde la población fue reducida de 9 mil millones a solo 254 millones repartidos por el globo. No fue un invierno nuclear ni una guerra a nivel global como muchos especularon en el pasado. Un evento apocalíptico hubiera sido más piadoso, pero la evolución no es ese tipo de evento; es más como un maratón de supervivencia. Y en esta maratón, una serie de cambios en el clima llevaron a las adaptaciones evolutivas de especies unicelulares, fúngicas y algunos insectos. Las consecuencias: plagas de insectos indetectables que consumían los nutrientes de los alimentos en cuestión de minutos, bacterias con capacidades fotosintéticas y otras con inmunidad a los antibióticos, cepas de hongos más agresivas, capaces de afectar a mamíferos y plantas por igual, que además de causar daños a nivel celular, también cambiaban su comportamiento conductual. Pero la gota que derramó el vaso fue un completo y absoluto desastre en la gestión de recursos a nivel mundial. Fue entonces cuando los más ricos y poderosos del planeta crearon la Lápida, una instalación de investigación, con la intención de controlar cuándo, dónde y cómo usar los recursos a su disposición, entiéndase por recursos todo aquello que pueda tener una utilidad.


Ahora volvamos al presente. En este punto del tiempo, la sociedad ha alcanzado las estrellas. El espacio observable actualmente se encuentra mapeado por completo. Los planetas en él han sido explorados con satélites de observación planetaria y clasificados por G.U.I.A., cuyas conclusiones son consideradas altamente confiables pero no irrefutables. Aún así, no se ha encontrado evidencia de vida alienígena de ningún tipo.

Existen colonias espaciales y naves colonizadoras que no forman parte de la Unión. Incluso en una utopía como en la que vivimos, sigue existiendo el fuego insaciable por la libertad. Pocas personas prefieren la opción de colonizar planetas o integrarse a las colonias primarias donde la IA no forma parte de su vida diaria. No existen leyes que prohíban esta práctica porque la Unión entiende las necesidades de estas personas. La propia G.U.I.A. utiliza recursos humanos para entrenar a las personas que no quieren formar parte de la red de entrelazamiento. Nadie es obligado a unirse, y en cualquier momento puede cortarse el vínculo con un simple comando de voz. Restaurarlo es un tema distinto.

La sociedad ha alcanzado su punto más alto, y los seres humanos que habitan en la Unión se consideran a sí mismos parte del sistema G.U.I.A., esto último debido a que, a diferencia de los robots, la G.U.I.A. no sigue las leyes tradicionales de la robótica, sino que en su programación primaria, cada conciencia es una parte vital de su software.

Proyecto G.U.I.ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora