Capítulo 4

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- Supongo que buscas esto. –Su voz grave y firme me invadió cuando todavía tenía los ojos cerrados, y aunque no quería, sentí un inmenso alivio y salté del banco a mirar lo que me enseñaba, desesperada. El anillo. El anillo de mi padre. En la mano de Harry. Mierda, y hurra. Eso se me pasó por la mente. El karma.

- Sí, gracias. –Un poco avergonzada al recordar mi comportamiento de anoche, nada típico en mí, bajé la mirada y estiré la mano para coger el anillo.

- Ni de coña, guapa. –Dijo apartándose con una media sonrisa. Me quedé atónita. ¿Qué dice ahora? ¿Cómo que no me lo va a dar? Esto sí que era rastrero. Harry también sabía perfectamente de quién era el anillo. Él solo lo guardó de nuevo en su bolsillo de la sudadera gris y negó con la cabeza, poniéndose serio.

Yo me acerqué para intentar quitárselo, muy enfadada y secándome las lágrimas, aunque seguramente por el escozor tenía los ojos muy rojos y no había forma de disimularlo. Él me puso una mano en el tórax impidiéndome avanzar. Era bastante más alto que yo, y también bastante más fuerte, así que no me resistí. Cuando lo hizo sentí como si un escalofrío recorriera todo mi cuerpo, desde su mano hasta la punta de los pies. Pese a mi sudadera, noté su tacto cálido y firmeza, y creo que hasta me sonrojé un poco. Dios mío, esto era la falta de contacto. ¡Estaba fatal! Asqueroso.

- Para ahí. –Negó con la cabeza sonriendo de nuevo, con aires de poderío, de superioridad. –Si lo quieres recuperar, necesito que hagas algo. –Aparté su mano bruscamente de mí y le miré confundida. No había nada que yo pudiese hacer por él, ni tampoco había nada que quisiese hacer por él, ni iba a hacer nada. ¿Por quién me arruinó primero de carrera? No, gracias.

- ¿Tú estás loco? Eso es mío, me estás robando y si no me lo devuelves iré a la policía. –Se rio y se tocó el pelo, poniéndome todavía más nerviosa. –Yo paso de juegos Harry, no tengo 15 años. ¿Lo entiendes? Devuélveme el anillo. –Tenía muchísimas ganas de tirarme encima suyo y quitarle el anillo. Que arrogante. Que idiota e infantil. Que mala persona, en definitiva. Lo hacía por placer, por el gusto de ver a otros sufrir. Como si no hubiese tenido suficiente conmigo. –Por favor, añadí, pero sonando extremadamente brusca, como cuando obligas a un niño a pedir perdón sin que lo sienta, porque sigue enfadado.

- No. Necesito algo. ¿Estás dispuesta a escucharme o no? –Habló lento y firme, muy calmado.

- ¿Qué puedes necesitar de mí después de 4 años ignorándome, Harry? –No era curiosidad lo que tenía en la voz, era odio, era rabia, era rencor que no sabía que guardaba dentro.

Estaba muy enfadada con él. Una cosa era ignorarme, pero otra muy diferente era jugar con algo tan importante para mí como era el anillo.

Suspiró, se acomodó el pelo y miró hacia arriba antes de sentarse en el banco en el que yo estaba antes tumbada. Yo me quedé de pie mirándole mientras él apoyaba su brazo en el respaldo del banco y ponía una de sus piernas por encima de la otra. Me crucé de brazos, para indicarle que estaba esperando. Iba a escucharle, pero no iba a entrar en ninguno de sus jueguecitos infantiles. Al parecer, la única que había llegado intelectualmente a los 21 años era yo. Seguramente lo mejor sería dejar pasar unas semanas y luego me lo acabaría devolviendo, cuando se cansase de hacer el tonto. "O eso espero". No sería capaz de deshacerse del anillo... eso quise pensar, aunque ya no sabía de qué era o no era capaz. Al fin y al cabo, yo ya no le conocía.

Cogió el anillo de nuevo y jugueteando con él, soltó de golpe:

- Necesito que vengas conmigo a mi casa en vacaciones. –Me miró fijamente, y serio. No podía estar diciendo eso de verdad. Yo me reí, sin poder evitarlo. Este niño no estaba bien.

- ¿Pero qué dices? –Al ver que él ni siquiera sonrió, dejé de reír. ¿Iba enserio? -¿Por qué iba yo a hacer eso? –Le reté.

- Para recuperar tu anillo.

- ¿Me estás chantajeando? –Di un paso al frente.

- No. –Se levantó y me obligó a echarme para atrás, arrepintiéndome de haberme acercado. Ahora él se puso justo delante de mí, más cerca de lo que me gustaría, pero no iba a apartarme, por orgullo.

Respiraba tranquilo y estaba tan cerca que podía sentir como su pecho subía y bajaba, sereno. Olía dulce pero fuerte, embriagador. La misma colonia de siempre. Despegué mi vista de sus manos y el anillo para mirarle. Tenía sus enormes ojos verdes fijados los míos, en mi cara. Cara que llevaba años sin querer mirar, y los labios muy carnosos. Espero que no se hubiese dado cuenta de que le miraba los labios. ¿Qué me pasaba? Al final sí que me tendría que haber liado con alguien para descargar tensión, porque no podía permitir que con el primero que pasara, y más, con el idiota de Harry Styles, se me pusiese la piel de gallina.

- Mi madre lleva meses insistiéndome para que conozca a la hija de uno de sus compañeros de trabajo. Quiere emparejarnos. –Yo le miré sin entender qué pintaba yo en su historia y siguió. –Yo no quiero tener nada que ver con esa niña. Hace unas semanas, le dije que iría acompañado, para que me dejara en paz con el tema.

- ¿Por qué me cuentas esto? –Le dije al fin.

- Tú me acompañarás. Y luego yo te devolveré el anillo. –Se quedó mirándome fijamente unos segundos antes de darse media vuelta y volver a sentarse en el banco, sin dejar de jugar con mi anillo y obligándome a mirarle las manos vigilando que no lo tirase por los aires o hiciese alguna locura con él.

- Pídeselo a otra persona. No creo que estés en tu derecho de pedirme esto. –"No después de lo mal que lo pasé, por tu culpa". Apreté inconscientemente la mandíbula y los puños a mis costados.

- Pues olvídate del anillo. –Sonrió. Oh si, Harry, qué divertido. Balbuceé algo que ni yo entendí. Entonces empezó a caminar alejándose de mí, pero poco a poco, con mucha calma. Su tranquilidad e indiferencia me ponían más nerviosa todavía.

- Es muy feo esto que estás haciendo, ¿lo sabes? –Levanté el tono.

- Es lo que hay. Si no quieres, me voy. –Se dio la vuelta para mirarme y dejó de caminar. Ya estaba como a cuatro metros de mí.

Yo decidí acercarme porque el valor que tenía el anillo era superior a eso, así que opté por arrastrarme un poco.

- ¿Por qué no se lo pides a Chloe o a cualquier otra? –Notó la preocupación en mi cara, y él también sabía que yo no tenía otra opción.

- No tengo suficiente confianza con nadie como para pedirles esto. –"Conmigo tampoco, te lo recuerdo", pensé. –Además, creo que a Chloe le gusto, se ilusionaría con que puede haber algo más entre nosotros si se lo pido. –"Oh, perdón, señor sobrado".

- ¿Y por qué yo? Tu y yo ya no tenemos relación. –Insistí en que se diese cuenta de que era una idea terrible.

- Por eso. –Se acercó de nuevo a mí. –Así será todo más fácil. Después de las vacaciones volvemos a como estábamos. –Gruñó. –Y sé que a mi madre le gustas. Te tiene mucho cariño desde pequeños. Si tú la entretienes, a mí no me presionará. Todos contentos. –Sonrió enseñando sus dientes y enseñándome el anillo, y yo bajé la mirada.

Al menos, tenía que pensarlo. Tal vez no me devolvía el anillo, aunque decidiese dejar que pasase el tiempo, y no me podía permitir perderlo perderlo.

Cogí aire y tras unos segundos me lancé.

- Dime cuando. –Le clavé los ojos y el volvió a poner una media sonrisa en su rostro.

- Del 20 al 27 de octubre.

- ¿Qué? –Me alarmé. -¿Y no me piensas devolver el anillo hasta entonces?

Negó con la cabeza sonriente y se dio media vuelta para empezar a caminar.

- ¡Espera! ¡Harry, espera! –Le grité en vano. Ya se había montado en la moto. Él y mi anillo.

Mierda.

Innegable (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora