Cuento 25. Encontrar el destino por los caminos que tomamos para evitarlo.

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Todos los días se levantaba preguntándose lo mismo ¿por qué no consigo trabajo?

Recordaba de memoria su currículo: diez años de experiencia, joven, sin hijos, maestría en el exterior, tres idiomas y cero llamadas al teléfono. Con el tiempo había bajado sus expectativas, quizá el mercado laboral no podía ofrecerle lo que ella quisiera, pero si algo que le permitiera comer, pagar el arriendo en ese apartamento en el que se sentía cómoda y del cual ya debía dos meses y la cuenta seguía subiendo ¿qué iba a hacer? ¿tendría que desnudarse frente a una cámara web para que hombres desconocidos le dieran propinas? Lo había pensado y cada día lo pensaba más. Se asombraba que amigas suyas que tenían mucho menos preparación que la suya, conseguían trabajos como los que ella esperaba, modificaba su hoja de vida, para que se viera como una persona más normal, menos inteligente, más espontanea, más fresca, con menos hambre de éxito, pero tampoco.

-Alejandra, yo creo que te hicieron brujería.

-Mana, pero usted habiendo estudiado todo eso ¿cree en esas maricadas?

-mana no le encuentro otra explicación. ¿por qué no lo intenta?

-mana va a tocar. ¿usted conoce a alguien de confianza?

Según dijo el brujo, había una mujer de pelo color rubio que le había puesto un muerto, que no podría progresar, que había dejado olvidado un muñequito en un cementerio a mil kilómetros de distancia, que porque ella la había echado de su oficina como un perro callejero no uno fino, que tendría que pedir trabajo como ella lo pidió, rogando, que luego la iban a echar, que se iba a quedar sin con que pagar el arriendo, que lo sentía pero que toda esa abundancia que se le notaba, no le iba a llegar, que iba a cargar con ese fardo de mala suerte, hasta que no se limpiara, que siete hierbas amargas por siete días, que siete hierbas dulces, que un rosario por las ánimas.

Sin un ápice de fe, siguió la receta del brujo. La cumplió al detalle con segundos incluidos. Esperó que el dinero llegara, que los empleos volvieran a resurgir, que ella se merecía la prosperidad perfecta y por lo tanto todo llegaría.

Pero nada pasó.

-Mana eso no sirvió de nada. Ahora me gasté eso en charlatanes y me toca arroz con huevo esta semana, ya me volvió a salir acné de lo mal que como.

Pues fue a la iglesia, esperando que el pastor le retirara los lazos invisibles de su dolor, que todo volviera a ser como antes. Digamos que el pastor rezó, que dijo que Cristo liberaba. Pidió la ofrenda y volvió a casa, esperando el milagro.

-Estimada Alejandra, la hemos seleccionada para ocupar una plaza de profesora en el Colegio El Uval. La esperamos el lunes próximo. Si trae los documentos indicados puede firmar el contrato. El salario es el mínimo más una parte como reconocimiento a su labor docente.

Ella sintió que esto no era, que más bien era una afrenta, que ofrecerle a ella un salario que le daría solo para pagar el arriendo y vivir granos secos no se compadecía con sus estudios, con todo su bagaje intelectual.

-Quizá sea simplemente que el destino existe y en este se encuentra escrito que nunca trabajaré y que tendré que vivir de mi novio esposo que no quiere casarse, que tendré que soportar su forma de hacer el amor y que tendré que engañarlo por siempre. -Se dijo.

Muchos años después se dio cuenta que en su hoja de vida había colocado un número mal en su celular, vio que tenía problemas en su línea por un desvío que hizo ella misma para líneas empresariales en sus tiempos de gerente. No entendió si existía el destino, no entendió si los brujos habían acertado, maltrecha de su búsqueda se dedicó a aprender a leer los astros, los signos, los símbolos y las brujerías pues no quería que esto le volviera a pasar a alguien. Lo hizo con tanta pasión y empeño que fue acertada, reconocida y bien paga.


 Relatos cortos sobre la vida, el amor, la Muerte y más allá.. Where stories live. Discover now