➸ Under My Skin [KookV]

Capítulo 1

"Ay."

Jungkook pone los ojos en blanco. "Mierda", murmura en voz baja, el zumbido de la aguja de la maquina tapando el sonido de su voz.

O quizás no del todo.

"¿Qué?" dice su cliente, volviéndose para mirarlo por encima de su hombro y Jungkook rápidamente aparta la aguja para no arruinar su trabajo. "¿Dijiste algo?"

"Sí, casi terminado", dice Jungkook, tratando de evitar la burla en su tono, "solo quédate quieto".

Le tomó otros veinte minutos terminar el tatuaje, aunque podría haberlo hecho en la mitad de ese tiempo si el patético chico de fraternidad que estaba tatuando hubiera dejado de retorcerse. Y una vez que terminó, tuvo que sentarse allí durante otros diez minutos, esperando para ponerle el vendaje porque el chico extraordinario quería hacer FaceTime con sus amigos de fraternidad para mostrar su flamante tatuaje de Darth Vader. Jungkook se vio obligado a escuchar exclamaciones como '¡Oh, amigo, eso es jodidamente enfermo!' y '¡Que buen tatuaje, hermano!'. Para cuando el tipo finalmente permitió que le pusiera el vendaje, Jungkook no estaba exactamente de humor para usar sus pantalones de Servicio al Cliente (no es que alguna vez lo haya estado) y apenas le dijo dos palabras al Capitán Bro mientras lo arrastraba al mostrador, dándole una hoja de 'cuidados para después del tatuaje' y mirándolo hasta que finalmente salió de la tienda.

Apagó el letrero de abierto y cerró la puerta para que no vinieran otros idiotas, exigiendo un tatuaje justo a la hora del cierre, solo para mostrar su lealtad al lado oscuro y hacérselo saber a todos sus estúpidos hermanos de fraternidad. Totalmente geniales y rudos, pero al menos el tipo no había traído a sus hermanos de fraternidad con él. Lo que había sido un poco extraño al principio para Jungkook, porque los tipos insufribles de la fraternidades siempre viajaban en manadas. Incluso si solo sería uno el que se haría un tatuaje, siempre tenía un séquito de al menos otros seis cabezas huecas que no se callaban sobre lo borrachos que estaban, lo que iban a conseguir después de esto y con cuantas mujeres se iban a acostar. Pero el Capitán Bro había venido solo y Jungkook sonrió cuando se dio cuenta de que era porque no quería que sus amigos idiotas supieran lo jodidamente cobarde que era.

Sin embargo, todavía estaba cansado. Reprimió un bostezo mientras se dirigía a limpiar su estudio, haciendo todo lo posible por ignorar su estómago quejumbroso mientras guardaba la tinta. No había tenido la oportunidad de comer nada desde el almuerzo y ahora pensaba que cuando llegara a casa, solo tendría la energía para comer unas tostadas antes de colapsar en la cama. Usaba mucho su tostadora recientemente, gracias a sus jornadas laborales de doce horas, seis días a la semana. Lo cual estaba bien. Su trabajo era su vida y no tenía tiempo para nada ni nadie más. Y a eso estaba bien para Jungkook.

Justo cuando había terminado de esterilizar todo, escuchó la puerta de la habitación trasera abrirse y miró hacia arriba para ver a Yoongi tropezar, frotándose los ojos y bostezando. Jungkook le frunció el ceño. "¿Qué sigues haciendo aquí? ¿Pensé que ya te habías ido a casa?"

Yoongi negó con la cabeza. "Tuve que terminar algo de papeleo", dicr, con la voz ahogada por otro enorme bostezo. "¿A qué hora finalmente se fue ese tipo?"

"Como... hace diez minutos".

"Cristo", dice Yoongi, frotándose la cara con una mano. "Voy a contratar a otra persona".

"Muy gracioso," murmura Jungkook.

Yoongi, el dueño de la tienda y el mejor (y único) amigo de Jungkook, amenazaba en broma con despedirlo al menos dos veces por semana. También por cosas menores, como llegar cinco minutos tarde o holgazanear cuando podría estar respondiendo correos electrónicos o ideando nuevos diseños. "Estás jodidamente despedido", decía Yoongi, dándole un puñetazo en el hombro.