Mentira piadosa

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La fiesta de aniversario finalmente había llegado a su fin y muchos de los distinguidos invitados ya comenzaban a retirarse de la Hacienda de Santa Rita, por lo que, en su mayoría, solo quedaban los familiares más cercanos del clan Carvajal. Entre ellos los hermanos de la difunta ex esposa de León, o sea, los tíos de Valentina, y los respectivos hijos de estos. 

Juliana se encontraba sentada en la tercera mesa cercana a la puerta, lugar donde podía observar todo atentamente; no era de extrañar que su mirada estuviese fija en todos y cada uno de los movimientos de la hija menor de su jefe. Le había costado mucho admitirlo, pero estaba completamente fascinada por aquellos ojos color azul y esos labios que ahora estaban pintados de rojo carmín. Valentina la hacía sentir como si tuviese dieciséis años. Toda su racionalidad e inteligencia se iban por la borda cada que estaba a centímetros de ella. 

Tras el incidente en la oficina donde había atrapado a la ojiazul entre sus brazos cuando Luis, el ex marido de Valentina, la había empujado por las escaleras, las cosas en la vida de Juliana habían cambiado por completo. Normalmente se la encontraba por los pasillos, la veía de reojo o intercambiaban una que otra palabra en las juntas del Grupo Carvajal, pero jamás habían cruzado aquella barrera de formalidad hasta ese día en el que Fausto, uno de los guardias de seguridad, molía a golpes a Luis mientras ella sostenía entre sus brazos a una desconsolada Valentina. 

Desde ese día todo cambió. Pasó de ser la simple abogada de la empresa a ser la amiga de la hija menor de uno de los hombres más importantes del país. Se convirtió en el soporte de la rubia. Comenzó a conocerla más allá de la idea superficial que tenía sobre ella, y entonces, se enamoró perdidamente de Valentina. Día tras día los sentimientos y la atracción iban incrementando, hasta el punto en el que se encontraban actualmente; en la fiesta de aniversario por los 50 años del Grupo Carvajal, dónde Juliana observaba como la rubia bailaba con Fabiola Robles, su mejor amiga.

- Un día le harás un hueco en la cabeza a Valentina de tanto mirarla. - le comentó en tono de burla Guillermo, otro de los hijos de su jefe, mientras se dejaba caer a un lado de ella en la mesa - ¿Tienes pensado algún día decirle que te gusta? - preguntó

- No lo sé, tendría que pasar algo extraordinario para que eso suceda. - suspiró

- Estoy casi seguro que ella estaría feliz de casarse por segunda vez solo si en esa boda su pareja eres tú. - Juliana rodó los ojos - ¡En serio! 

- No digas tonterías. - se cruzó de brazos - Aunque así fuera, te aseguro que la bendición de tu padre no la tendría. - rió - Y menos la de Eva.

- Mi papá te adora, Juliana, eres como de la familia. Él mismo lo dijo el día en que Valentina regresó a México hace dos años. Es cuestión de que tengas valor y vayas a declararle tu eterno amor a mi hermanita antes de que alguien más lo haga.

Aquellas últimas palabras hicieron que la pelinegra frunciera el ceño. ¿Alguien más? ¿Acaso Guillermo conocía a otra persona que estuviese interesada en su hermana? Es decir, ella era consiente que habían un centenar de personas enamoradas de Valentina, pero, jamás se había sentido tan amenazada por su existencia como en esos momentos.

- ¿Qué quieres decir?

- ¿Recuerdas a Danilo? 

- ¿El hermano de Fabiola? - preguntó mientras veía a la pelinegra que bailaba alegremente con Valentina 

- Ese mismo. - confirmó - Me lo encontré ayer en la oficina, fue a buscar a Valentina y no la encontró. Iba con la intención de invitarla a salir, y pues, aprovechó para preguntarme si yo no tenía ningún problema con eso. - Juliana lo miró con el ceño fruncido - Le dije que yo no tenía ningún problema porque las relaciones de mi hermana no son asunto mío, pero que se anduviera con cuidado o le pasaría lo mismo que le pasó al estúpido de Luis. Ya sabes, Fausto. - sonrió al recordar como el guardia golpeaba a su ex cuñado 

ONE SHOTS | JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora