DULCE SEIS

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Sábado de Dorayaki, pero se lo di a un dulce niño

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Sábado de Dorayaki, pero se lo di a un dulce niño.


Sinceramente el parque no era su lugar más favorito de todos pero, el más agradable en un día sábado en la tarde. Estar sentado debajo de la sombra de los árboles grandes, la pequeña brisa ya fresca y pies descalzos tocando el césped seco que daba una sensación de comezón al tocarlo o pinchazos. Sonrió con alegría ante la paz que reina en todo el lugar. Sus oídos escuchaban la melodía de "You're The One That I Want" cuál era bastante antigua pero, le encantaba en todos los sentidos así que lo tarareaba con suavidad que pía su propio murmullo y su libro, su amado libro Bajo la misma estrella que era uno de sus favoritos, ya llevaba dos veces que los leía y está es la tercera.

¿Qué podría salir mal? ¡Nada! Casi nadie sale un sábado en la tarde, menos unos que es súper tranquilo y poco poblada, uno que otro anciano pero, nadie de jóvenes ruidosos. Un ambiente perfecto para pasar el día completo en el lugar, relajado. Haku siguió leyendo su libro en la mente formando expresiones en su rostro cuando leía algo que no gustaba o sí. Podría decirse que debería estar preocupado por entregarle el dulce a su crush, podía ir a la cafetería que habita todo el tiempo pero, siempre hay uno, no estaba su mejor amiga que lo entregase ya que hoy tenía otro trabajo y tampoco le pediría al jefe de lugar por dos cosas. Uno, incomodidad total al pedirle a aún adulto que no estableces conversación absoluto solo con un hola y adiós. Dos, tenía cierto temor a que le gritase porque le daba comida moderna a su cliente y tal vez piense que es de la otra tienda en dónde había más gente para robarse a la única persona que viene. Opciones son pocas y la acción es nula.

Así tenía un plan o intento de aquello. Iría a su hogar mientras no está presente, entrara por el portón –rogando a que esté abierto– y dejar el dulce enfrente su puerta ¿excelente plan? No, pésimo pero, no sabía más que hacer. Pedirle a sus ¿amigos? ni siquiera conocía bien la relación que tenía con Kaido, Kuboyasu y Nendō, parecían más conocidos que tienen aventuras alocadas. Dejo su libro encima de sus piernas con una ligera mueca ante el pensamiento fugaz que pasó en su mente, tomo un papelito pequeño que tenía dentro un número telefónico debajo con un Llámame, xoxo.

Tomo su celular poniéndole pausa a su música para quitarse los audífonos guardando estos en una pequeña mochila que había traído también guardando su libro dentro de este. Apretó ligeramente sus labios al notar dos Dorayaki envueltas en un papel y por último su papel alusa.

—¿Qué hora es? —Murmuró suavemente antes de ver la hora por su celular que marcaba en su pantalla de inicio un 17:30 ya era tarde. —Creo que Saiki no estaba en su casa... Creo.

Guardo su celular en su mochila pequeña para cerrarla con cuidado poniéndola en su espalda, se levanto del césped sacudiendo su ropa por atrás; muslos y trasero. Camino un poco más adelante en dónde se agachó tomando sus calcetines blancos cortos con sus Vans negras. Con facilidad de los puso amarrando sus cordones con firmeza antes de partir hacia la casa de Saiki en dónde dejaría su amado dulces para cumplir el sexto dulce de la semana. Aunque sabía que si entregaba el día de San Valentín su último dulce, el especial tendría que esperar un mes más para que llegue el día blanco en dónde él respondería sus dulces con carta.

siete días de dulces | saiki kusuo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora