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Pasados los minutos llenos del agobiante tráfico de alumnos a la hora de la salida, predominaba el silencio profundo del medieval edificio, todos habían abandonado sus aulas correspondientes y muy pocos aprovecharon el servicio de la cafetería para tomar algo antes de marcharse a casa. El azabache descansaba en uno de los bancos más alejados de la entrada a esa enorme cafetería, sus cabellos negros recaían sobre su tersa piel y sus ojos estaban cerrados por el cansancio que su cuerpo había aguantado, no se dio cuenta de que las horas habían pasado al estar totalmente dormido.

No fue hasta que un embriagante olor a miel fue atrayéndole poco a poco, envolviendo sus sentidos en él y sedándolo junto al aroma principal; el tentador bizcocho. No era como los bizcochos cargados de azúcar y nata que empalagan con solo echarles un ojo, era más un bizcocho casero con lo justo de azúcar y repleto de miel. Y Jungkook amaba la miel, pero un poco más si se combinaban.

Dando suaves pestañazos lentos al estar sus luceros acostumbrándose a la luz del ventanal, se movió solo un poco para estirarse, un bulto suave abrazándose a él le frenó hasta la circulación de la sangre, pálido como un vampiro abrió desmesuradamente sus ojos.

Eso no le podía estar pasando a él.

De todas las personas que pudieron aprovecharse de su guardia baja, de tantos Omegas que pudieron haberse acercado, lo hacía él, Kim TaeHyung descansaba pacíficamente tomando con esas gorditas manitas su brazo sin ejercer fuerza, simplemente sosteniéndolo.

—Levántate -Masculló al segundo de notar tanta cercanía entre sus cuerpos, sacando su brazo y desconcertando al castañito Omega sobre la mesa- Estúpido Omega, ¿qué derecho crees que tienes? -TaeHyung no le llegó a escuchar, su único ojo buscaba las gafas graduadas que necesitaba para enfocar las cosas- Eres un ciego de mierda que depende de un trasto de esos -Murmuró entre dientes levantándose de golpe y viendo rápidamente a sus costados buscando a alguien, para su suerte se hallaban solos, chasqueó su lengua acercándole la cajita negra de las gafas al menor.

Enganchó su mochila en uno de sus hombros esperando a que el otro se orientara un poco más para comenzar a andar, por lo que en breves segundos se asesoró de la hora en su móvil, un suspiro abandonó sus belfos y esa rígida mirada recayó una vez más sobre el Omega.

—TaeHyung, es para hoy, vamos -Chasqueó sobre su cabeza sus dedos repetidas veces, ocasionando más pérdida en él, por lo que imitó sus acciones tomando su mochila y sin decir nada echó a andar sin verle- Empiezo a pensar que también eres mudo...

Casi pisándole los talones al más bajo, JungKook siguió andando detrás por minutos enteros en un lindo silencio para su suerte, no es que le agradara ir tan callado pero era preferible, no quería que su irritación pasara de 0 a 100 al escuchar esa errática, baja, pausada y suave voz. Solo le escuchaba refunfuñar, suspiros pesados algunas veces y repetía la acción de bajar su jersey rojo cada tres minutos.

Tras cuarenta minutos de marcha sin descanso, TaeHyung señaló con su dedito un enorme edificio moderno donde se hallaban los departamentos destinados a jóvenes como él, sin padres y con problemas de salud como para trabajar. JungKook algo impresionado tragó duro, viendo ahora al castañito mordisquear sus labios mientras buscaba sus llaves, acomodando antes su jersey.

Nada más adentrarse en el edificio TaeHyung sentía sus nervios ir en aumento sin freno, ya sus manitas estaban sudadas y su respiración iba un poco más pesada. Sí, el edificio prometía una vivienda, mas no todo lo necesario para vivir en ella, a él por ejemplo le faltaba muchas veces electricidad y debía buscarse la vida.

—¿Vives solo? -Preguntó despacio viendo sus manitas entrelazarse fuertemente, su mirada recayó en el suelo del ascensor y JungKook supo que no debía preguntar más.

Cuando salieron TaeHyung se posicionó al frente otra vez, guiando al azabache a la última puerta del largo pasillo.

—TaeHyungnie -Pronunciaron a unos pasos antes de llegar a su casa, por el timbre de voz y el apodo utilizado, el aludido supo de quién se trataba aquella acogedora voz.

—JiMinnie -Respondió en un susurro que ni JungKook a su lado escuchó, un sonriente chico pelinegro salió de una de las puertas sosteniendo el minino siamés de Tae.

—Como vi que no llegabas temprano me llevé a Yoon a mi casa -Informó dejando el rechoncho gatito en los brazos de su amigo, no había visto al acompañante de su vecino así que no dudó en dejarle un besito en su mejilla como saludo- ¿Has comido ya? YoonGi preparó tu pasta favorita, ¿quieres pasar? -JiMin tomó de las mejillas a su vecino, dando suaves caricias.

—T-Tengo que... ha-hacer una cosa con... J-Jung... Kook -Su labio inferior tembló tras pronunciar, entonces JiMin alzó la mirada tapándose con un Alfa alto y pelinegro que le veía de pies a cabeza con una ceja alzada y sus brazos cruzados por encima de su pecho.

—Oh... entiendo, cualquier cosa no dudes en llamar a la puerta, YoonGi tiene muchas ganas de verte -Comentó alzando más su bonita sonrisa- Obviamente nuestro Beom también te quiere ver -Reafirmó dejando dos últimos besitos en cada una de las rosas mejillas de su vecino, ni saludó ni se despidió de JungKook por el simple hecho de dedicarle tal mirada, además de que estaba suprimiendo su aroma por encima del de TaeHyung y no le agradaba.

Cerrando su puerta dejó a ambos jóvenes desorientados pero el gatito en brazos del castaño empezó a maullar descontento, obligando a su dueño a abrir su propia puerta. Sus garras resonaron por el suelo de madera al caminar y TaeHyung siguió a su gato hasta su habitación, un perdido JungKook cerró la puerta y se deshizo de sus zapatos y chaqueta. Quedándose quieto allí mismo.

Mientras TaeHyung despejaba su escritorio bajando todas las hojas dispersas y arrugadas en la superficie, metiéndolo todo en la cesta de basura que estaba al costado, justo donde hace tiempo había tirado su trabajo del sistema solar.

No se veía muy ordenado pero tampoco parecía desordenado, por lo que asomó la mitad de su cuerpo por el marco de la puerta, JungKook repasaba lentamente las fotografías colgadas en la pared, fotos donde TaeHyung era un cachorro pequeñito junto a JiMin, el omega de hace rato. Pero le llamó mucho la atención ver fotos aparentemente recientes de un niño pequeño azabache junto al gatito de Tae.

Rápidamente TaeHyung se interpuso en su curiosa mirada, ese ojito le vio tan serio que JungKook lejos de echarse atrás por la cercanía marcada, sonrió levemente intentando suavizar aquel semblante sobrio.

—Solo me interesé un poco por tus fotos, no estoy haciendo nada malo... -Dijo profundizando un poco su voz, ladeando su rostro e indagando en el menor, tal vez perdió algo de tiempo al ver sus labios resecos y repletos de heridas por todas las veces que se mordía al equivocarse al hablar, o tal vez le llamó mucho la atención los lunares que decoraban su morenita piel.

—N-No... di-digas na...da -Logró decir sorprendiendo al mayor con su voz.

—No te preocupes, vengo a darte clases, no a juzgarte -¿Había dicho algo así al chico que le causaba asco? Se sorprendió más el que el castaño.

delulu vibes [𝘐] | kooktae | omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora