Eran las 4 de la tarde, era una fresca tarde de otoño. Una de ellas tan fresca, tan suave que te provoca dormir. Estaba en aquel columpio que cada día usaba, a mi espalda mi madre empujandome, el rostro de mi padre permanece oculto por algún motivo el cual no entiendo.
Solo sentía felicidad, sin sabér qué mé preparaba el destino, no me interesaba, cómo a cualquier niño de 6 años.
La noche de ese mismo día, ese mismo 14 de octubre, ya mamá acababa de cubrirme para dormir. Un poco más tarde, al rededor de las 3:00 A.M. entra mi padre a mi cuarto, yo simulando dormir no le preste atención hasta que escuche un pequeño ruido proveniente de mi gran espejo, era como el sonido de un cuchillo raspando una botella de vino de cristal, era irritable el sonido. Levante la mirada y mi padre me vio inmediatamente, me sonrió y lentamente vi como entraba al espejo. Luego de entrar no lo volví a ver, me preguntaba si se iría para siempre... Esa fue la primera vez que sentí la necesidad de gritar a todo pulmón...
Eran las 3:05 A.M. de él día 3 de octubre. Aquella noche en la cual había decidido ir con Nath a la casa de Missa a tratar de comprender qué era aquella voz que me atormentaba cada noche.
Luego de hacer el ritual, Missa, aparentemente poseída por una entidad maligna, tomó un cuchillo y me había arrinconado a una pared diciendo: "¿Quieres entrar a mi mundo?".
Me sentí totalmente atemorizado, no sabía que hacer, solo me tranquilice a esperar mi muerte.
De pronto, Nath grita:
-¡Cuidado! –Grita Nath lanzando un jarrón hacia Missa—
Inmediatamente corrí al momento en el cual Missa volteo la mirada, accidentalmente tropecé y caí justo al lado de Missa.
-¡Aquí estás! —Exclamó Missa mientras acercaba el cuchillo apuntando a mi garganta—Cerré los ojos esperando mi aproximada muerte. Luego, 2 segundos después, abro nuevamente los ojos, y allí está Missa, mientras sostenía el cuchillo pendiente a 2 centímetros de mi rostro, paralizada, con el rostro con una expresión estupefacta.
En ese momento quedé inmutó, no podía moverme, pero por lo qué se apreciaba, Missa también lo estaba, sus ojos se tornaron blancos un segundo y al siguiente segundo volvieron a la normalidad para fijar su mirada en el brazalete que Nath tejió para mi, en ese preciso instante, Missa recalcó con una voz sombría lo siguiente:
-Te protege —dijo entre voces—, nunca lo rompas.
En ese momento, Missa cayó desmayada. Mientras eso, Nath y yo comenzamos a hablar.
-¿Qué pasó aquí? —Exclamó Nath—
-No tengo idea de lo que pudo ser.
-Fue cómo si se hubiera transformado en aquella voz que dices.
-Vio algo en mi y dijo "Te protege", eso no lo entendí
-Ya lo sabremos —Dice Missa ya de pié—.
En ese momento, saltamos de él susto qué tomamos, pues pensamos que Missa seguía desmayada.
Rápidamente, Missa pone sus brazos sobre nuestros hombros estando en medio de Nath y yo para luego soltar una carcajada.
-No es la primera vez que sucede —Dijo sacudiendo el polvo recientemente caído en su túnica—, en aquella esquina tengo un polvo especial que me saca de trance, fue mi error no decirles antes, pero... —se quedó pensando un segundo— la otra forma de frenarlo es afrontandolo con un amuleto lleno de sentimiento puro y divino.
-No sé qué podría ser —dije mientras observaba a Nath—.
Acto seguido, Missa nos observa a ambos con una mirada pícara, luego exclamo lo siguiente:
-Les contaré algo: El amor es la magia que mueve cada cuerpo, cada alma, cada vida. Un ser incapaz de sentir amor es un ser indigno de su espíritu y de su energía. El amor puede hacernos sentir especiales, al igual que miserables. El amor es raro, es único e incomparable, dichosos son aquellos que logran encontrarlo. Si encuentran a una persona la cual les hace sentir este sentimiento, jamás, jamás la dejen ir, si ambos sienten esto, tomen el rumbo de la vida juntos, sin importar lo que pueda suceder en algún momento.
Quedamos algo confusos respecto a ello, luego de ignorar el tema, retomamos la conversación de hace unos momentos.
-¿Qué fue eso que te controló? —Preguntó Nath—, ¿qué buscaba?
-Fue algo extraño, cómo si tuviera un gran motivo para llevarse a Eliot. Un gran lazo los une. Parece qué esta entidad no descansará hasta verte caer, por ello debemos enfrentarla con todo hasta hacerla retroceder.
En aquél momento me sentí cómo si me dieran un fuerte abrazo, las chicas estaban a 2 metros de mi.
-Creo que mejor les prepararé la cama—Dice Missa—, ya son las 3:57 A.M. Necesitan descansar.
Mientras nos llevaba a la habitación, mientras subíamos las escaleras de aquella casa antigua alumbrada por velas, seguía escuchando voces, pero pronto Missa exclamó: "tranquilos, esas voces yo también las escucho".
Al momento de entrar a la habitación, era una cómoda matrimonial, luego Missa dijo:
-Llegamos mis niños, aquí podrán pasar la noche, al despertar en la cocina hay comida, y allá está un baño por si necesitan.
-Muchas gracias mamá Missa —Dijo Nath—, que descanses.
Luego de eso, Nath y yo nos acostamos en aquella gran cama. Ella me comenta:
-¿Fué un loco día no?
-C-Creo que si —Dije un poco nervioso—.
-Oye Eliot, ¿qué tienes?
-Creo que sé qué fué aquello que me salvo —Dije muy nervioso—.
-¿Si?, cuéntame qué fué —Dijo Nath mientras se ponía en una posición cómoda cerca de mí.
-Nath, el brazalete. El brazalete que hiciste para mí fue aquello qué me salvo, no sólo está noche. Lo he tomado como protección, siento qué si lo tengo puesto, nada me pasará.
Jamás había sentido tanta confianza para expresarme de esa manera.
-Wow, pues, la verdad lo hice con ese propósito —Dijo Nath nerviosamente—. Quería darte algo que te transfiriera seguridad y confianza, por eso escogí el color de la esperanza. Eliot, en ti vi algo especial, algo que nadie tiene en partícular, a pesar de tu sufrimiento, logras seguir adelante, por eso estamos aquí, sin resentimiento alguno.
En ese momento sentí como se cortaba mi respiración, nunca había sentido algo similar, solo un gran impulso me empujó hacia donde estaba Nath, en ese momento ambos quedamos inertes, mirándonos fijamente a los ojos, y por algún extraño motivo, solo sentí una fuerza la cual me empujó a besarla.
Ella cerró los ojos y siguió el beso, pues era la primera vez que besaba a alguien, jamás alguien había provocado esto en mi. Me sentí pleno y lleno de vida en aquel momento.
Me sentí espléndido, cosa la cual nunca me pasaba, pues justo así como raíces cortas, sentía cómo algo dentro de mí comenzaba a florecer, cómo algo dentro de mí empezaba a sentir amor.
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Esquizofrenia
Bí ẩn / Giật gânEsta es la historia de un chico que sufre de esquizofrenia, enfrentándose diariamente a lo qué está enfermedad puede provocar en su vida cotidiana.