Para ascender...primero debes morir y dejar tu humanidad atras. Eso le sucedio a Helli, y ahora se encuentra en un mundo totalmente diferente, sin familia, sin conocidos...en un mundo en guerra, casi sin humanos.
Los once, tenían puestos sus ojos en ella. Examinándola de pies a cabeza. Helli sentía que sus miradas atravesaban su piel, incluso sus huesos, el porte que ellos emitían era tremendo, jamás se había sentido tan intimidada. El único que no la miraba directamente era el del centro quien obviamente debía ser Kumar, este permanecía inerte en una postura de flor de loto, flotando a centímetros de su trono y sin mover ni un solo cabello. No obstante, Helli sentía como si la estuviese mirando de una manera aún más profunda que los demás, escudriñando su mente.
— ¿Estáis nerviosa?—pregunto una voz femenina.
Helli movió la cabeza rápidamente hacia el pilar de los sables cruzados y se llevó una enorme sorpresa al ver a su ocupante. Se trataba de una niña de menor edad que Lanikai. Su cabello era grisáceo y su piel algo bronceada, sus ojos eran de un color dorado brillante como el reflejo de un cristal, una mirada y sonrisa inocente iluminaban su rostro, como si quisiera correr a jugar con ella en lugar de interrogarla, por un segundo Helli sintió ganas de correr hacia ella y abrazarla como una muñeca.
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La pequeña amplió más su sonrisa esperando su respuesta y cuando Helli asintió con la cabeza, su sonrisa se amplió aún más.
—Solo las personas que han hecho algo malo, se ponen nerviosas ante la autoridad—bufo el chico sentado en el trono del puño, el cual la miraba de con cara de pocos amigos.
—Es la primera vez que se postra ante nosotros, así que asumo que esos nervios son porque ha escuchado...las "buenas" historias sobre quienes somos—dijo la pequeña saltando sobre su asiento, después volvió sonriente la mirada hacia Helli—mi nombre es Abigail, el simio gilipollas de ahí, es Brahma.
El chico apretó la mandíbula, amenazándola con el puño y gruñendo por lo bajo. Brahma tenía una mirada y actitud muy agresiva. Todo su ser reflejaba justamente eso; violencia. Sus facciones eran algo toscas, delgado y con las cejas un poco pronunciadas, su piel era morena y su cabello corto y de color plateado. Vestía una armadura ajustada, negra con detalles dorados que le cubrían el cuerpo completo.
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— ¿Buscas problemas?
Abigail no contesto con palabras, a cambio hizo el gesto de entrecerrar los ojos y sonreír de lado mostrando los dientes, aquello hizo que las ganas de abrazarla dentro de Helli se esfumaran. Abigail ahora se veía como una pequeña psicópata, una a la que no le gustaría tener de enemiga. Los ojos de Helli pasaron de uno a otro y con esos sus nervios crecieron, lo último que quería, era protagonizar una batalla entre dos de los miembros del consejo y que aquello por supuesto la afectara a ella.
