Capítulo VIII

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Genos no podía conciliar el sueño: Uno, porque Sonic estaba cambiando de posición constantemente y en el proceso recibía patadas y manoplazos; y dos, porque se sentía angustiado.

Nunca se le había hecho difícil dormirse rápido, pero al parecer, pensar insistentemente en algo no ayudaba en el proceso.

La sonrisa de Saitama. Eso le daba vueltas y vueltas sin parar.

A pesar de que la había visto tantas veces, ¿por qué ahora eso le carcomía la cabeza sin dar paso a otro pensamiento?

Quizás era porque comenzaba a apreciarlo más como amigo, no se le ocurría otra opción.

Aunque también (le dolía admitirlo) apreciaba un mínimo la presencia de Sonic y un poco más la de Flashy, y no los tenía tan presentes como a aquel lobo.

Tal vez Saitama le...

Sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir una patada más fuerte de lo normal en el estómago.

Enojado, empujó a Sonic con todas sus fuerzas, haciendo que este chocara contra la tienda y el frío suelo, logrando despertarlo.

Al instante se volteó y cerró los ojos, simulando dormir.

—¿Qué mierda pasó?— protestó Sonic, desorientado y sobándose la cabeza.

Al ver a sus otros dos compañeros durmiendo, dedujo que rodó lo suficientemente fuerte como para despertarlo.

Volvió a su posición anterior y maldijo la pérdida de su sueño, por poco se cogía a su novio en un parque.

Chistó, casi lograba soñando lo que había pedido hace tiempo y el "no quiero que nos pique el césped" de su novio le impidió.

Comenzó a refunfuñar maldiciones, tratando de volver a dormir y con suerte seguir sus fantasías.

Genos sonrió al oír las quejas del otro. Se lo merecía.

Su amanecer no fue de los mejores, pudiendo conciliar el sueño muy entrada la madrugada, dejándole de paso unas buenas ojeras de adorno

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Su amanecer no fue de los mejores, pudiendo conciliar el sueño muy entrada la madrugada, dejándole de paso unas buenas ojeras de adorno.

—Tsk, odio las excursiones— musitó el enojado rubio para sí mismo.

La tienda se encontraba vacía, por lo que todos debían estar tomando el desayuno. Sus compañeros de tienda ni siquiera tuvieron la gentileza de despertarlo.

Su malhumor solo aumentó, provocando que la cabeza comenzara a dolerle levemente.

Lo que le faltaba, esa excursión no podía ir a mejor.

—¡Genos, te traje el desayuno!— entró un feliz Saitama con un plato rebosante de comida.

El rubio sintió que su malhumor y su dolor de cabeza bajaban un poco, pero solo un mínimo.

Rechazando el Destino [Saigenos (?)]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora