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A estas alturas solo me quedaba suspirar.

Esta vez había llegado tarde.

Cerré los ojos, en ese momento me dejé llevar por la leve brisa que jugaba con mi cabello y disfruté los rayos de sol que caían directamente sobre mi espalda, calentando mi fría alma. Oré frente a la tumba que se encontraba ante mis pies, donde se podía leer perfectamente la leyenda "Lee Donghyuck, amado padre y esposo" tallada en la piedra.

Lo único que me quedaba en estos momentos era esperar que esta vez haya tenido una vida feliz y que al final no me haya odiado por tardarme tanto.

Lo siento mucho, corazón...

— Disculpe, ¿quién es usted? —una voz femenina se hizo presente a unos cuantos metros de mí y cuando giré me encontré con una mujer de aproximadamente unos 37 años, con una cabellera negra y unos preciosos ojos verdes. Tardé un poco más de un segundo en notar al pequeño escondido detrás de las piernas de quién parecía ser su madre, con cabellos castaños, unas adorables mejillas regordetas y un hermoso cabello rizado.

Sonreí, era prácticamente idéntico a él.

— Nadie importante. —al fin dije.

No dije nada más y volví a girar hacia la lápida de Donghyuck, terminando mi oración.

— ¿Qué relación tenía usted con mi esposo?

La pregunta era básicamente otra forma de tortura a la que estaba siendo expuesto de parte de Dios, de otra forma no encontraba otra explicación para  la pregunta tan cruel que había salido de su boca.

— Somos viejos amigos. —dije con una sonrisa.

Please... stay || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora