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Mi rumbo por este mundo ya era incierto. 

Mis pies solo se arrastraban por el asfalto y yo dejé que me llevaran a donde quisieran. 

Era una noche cálida de Marzo de 1960, las calles de Toronto estaban solas y apenas reconozco las calles de mi ciudad de procedencia. Fue entonces cuando reconocí su voz.

— Creí que eras un ser humano decente y que me dejarías en paz de una vez por todas, ¡pero me equivoqué! ¡Sigues siendo un imbécil! —esa suave y un poco aguda voz era imposible de confundir. 

Caminé hasta el lugar de donde provenía el escándalo y mi corazón dió un vuelco cuando encontré al ahora peliplateado chico, peleando con otro hombre que era claramente más grande que él.

— ¿Hyuckie? —dije mientras daba un paso hacia él. El mencionado giró su cabeza con mi llamado y abrió la boca a más no poder cuando posó su mirada sobre mí, claramente sorprendido.

— ¿Markie? —mis pulmones comenzaron a funcionar correctamente y ver la felicidad en sus ojos fue suficiente para que todos estos años de soledad valieran la pena. Donghyuck cortó nuestro contacto visual y volteó a ver al chico que seguía parado detrás de él antes de soltarle entre dientes— Tu vete de aquí.

El chico iba a replicar pero una mirada bastante sospechosa de parte de mi Hyuck bastó para hacerlo callar, alejándose de nosotros sin decir ni una palabra. Me quedé viendo en la dirección en la que había desaparecido el hombre pero pronto fui distraído por un par de brazos que se enredaron en mi cuello.

— Hyuck... —murmuré aliviado antes de enterrar mi nariz en su cabello y aspirar el aroma a fresas artificiales que desprendía.

— Pensé que nunca vendrías. —su voz se amortiguó contra mi pecho y yo pude sentir como mi alma volvía lentamente a mi cuerpo.

— Siempre vendré. —lo apreté un poco más contra mí antes de separarnos y juntar nuestros labios después de lo que se sintió como siglos— Siempre volveré a ti.

Please... stay || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora