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Akaashi se sentó de lado a la ventana y preparó su estuche junto a la pequeña taza de café. Inspeccionó con la mirada los rostros de las demás personas y se detuvo cuando uno en particular llamó su atención. Las mejillas tirantes por la despampanante sonrisa, los ojos teñidos en miel, las pestañas largas y la nariz diminuta.

Tomó el lápiz HB nuevo y, disimuladamente, comenzó a trazar lineas en el papel mientras espiaba al chico sentado mesas más adelante. Intentó terminar el boceto lo más rápido posible, no sabía cuánto tiempo estaría el extraño allí.

Ya en su dormitorio se dio cuenta de que su dibujo no le hacía justicia al buen porte del hombre. Akaashi había estudiado cinco años de anatomía y retratismo, siempre lo felicitaban por sus grandes cuadros y paisajes. Por eso no entendía cómo era posible que su retrato no se viera para nada parecido al tipo que vio. El cabello blanco cortado en mechones meticulosos, orificios nasales simétricos, ojos redondos, pómulos rellenos y un aire de juventud en todo su estructurado cuerpo. Akaashi con solo recordar ese cuerpo proporcional sentía desmallarse, el sueño de todo artista sería poder dibujar tal espécimen desnudo.

Entonces, si los detalles se quedaron grabados a fuego vivo en su cabeza, ¿por qué diablos no se parecía en nada a su dibujo? Suspiró, derrotado ante la idea de que solo se podría quedar con el recuerdo del adonis.

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el retrato - bokuaka 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora