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Esta vez Akaashi lo notó. No podía ser más obvio. El extraño estaba al tanto de que era su modelo y no se molestaba en disimularlo.

Ese día, apenas llegó, ordenó y se pasó media hora sosteniendo el plato con el pastel intacto junto a su cara, y puesto una expresión de circunstancia que parecía más cómica que profesional. Akaashi no veía el estímulo en pintarlo si no estaba distraído, cuando no le prestaba atención ponía caras tan naturales y bellas que hasta su corazón creía estar presenciando una obra de arte.

Tomó su lápiz HB y escribió una nota en una hoja apartada de su cuaderno. La arrancó, pagó el café y se fue.

Los dedos le picaban.

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el retrato - bokuaka 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora