Junior
Tengo que trabajar más en mis negativas. Mucho más. No entiendo qué demonios hago en una fiesta en la que no quiero estar. ¡Porque no quiero estar! Estoy harto de parecer el aburrido, pero es que no encuentro diversión en venir a la casa de la piscina, donde viven Vic y Adam, para beber y bailar, cuando puedo tomar una copa de buen vino en casa y bailar no es lo mío. Ethan, en cambio, está en su salsa desde que llega. No he visto a nadie moverse tanto en una fiesta como él. Solo para para tomar algún té con hielo o agua, porque está en plena temporada y se cuida como nadie. Cualquiera que lo vea ahora, no se cree que en verano se pone hasta el culo de chupitos en el camping. Y, aun así, se mueve más que si se hubiese metido siete litros de café. Baila absolutamente todas las canciones, se las ingenia para ser el centro de atención, hasta cuando no lo pretende, y antes de que lleguen todos los invitados ya ha guardado más números de teléfono de los que puedo recordar.
Evidentemente, tal y como le dije a Emily, aquí no está solo la familia. La mayoría de gente que hay no la he visto en mi vida y hasta Vic tiene mala cara.
—A mí toda esta gente me agobia. No pensé que se iría tanto de las manos —dice Vic.
—¿En serio? —pregunto irónico—. Conoces a Daniela tan bien como yo.
Mi cuñada suelta un suspiro y me fijo en cómo observa a una chica que se bebe medio vaso de a saber qué brebaje sin control. Frunce el ceño y me mira.
—Pensaba que sí, pero creo que no estoy lista para una fiesta de este tipo. Esa chica... no acabará bien la noche.
Mi primer impulso es ser irónico, pero me lo guardo para mí. Vic tuvo problemas de ansiedad y, al principio, abusó del alcohol y los calmantes en alguna que otra ocasión para poder relajarse. Algo totalmente desaconsejado. Ahora tiene ayuda y me consta que no lo ha hecho más, pero nunca me he planteado hasta qué punto era difícil para ella hacer vida normal en situaciones como esta.
—¿Malos recuerdos? —pregunto.
Ella se encoge de hombros.
—No es como si quisiera coger una botella y beberla a morro ni nada de eso, me he tomado una copa y ya está, pero... no sé. Me incomoda ver que algunas chicas están en la senda en la que estaba yo, y no saber si tienen a alguien que las ayude a salir de ahí me incomoda aún más.
Asiento, comprendiéndola. Y, de pronto, una idea cruza mi mente y me siento estúpido por no haberlo visto antes.
—En el hospital tenemos un programa de sensibilización sobre los peligros que conllevan las adicciones al alcohol o las drogas y un acuerdo con algunos institutos de aquí. Quizá deberías plantearte, en algún momento, pasarte a dar una charla por alguno de ellos. —Sus ojos se abren como platos y puedo ver el terror que le da el pensarlo—. No tienes que hacerlo, Vic. Solo es una idea.
—¿Crees que me escucharían?
—Estoy bastante seguro. Fuiste una gran influencer y tus redes todavía cuentan con incontables seguidores, aunque apenas las uses. —Suspiro—. A lo mejor es hora de usar eso para bien, en vez de dejarlo de lado. No llegaste a ser adicta, pero aun así necesitaste ayuda psicológica. Quizá es hora de utilizar tu propia historia para ayudar a otros que estén al borde del abismo.
Vic me mira del mismo modo que lo hacía cuando de pequeños le explicaba por qué era mala idea surfear cerca de las rocas. Sé que esto que le planteo le da miedo, pero también sé que podría hacerlo y ejercería una gran labor. Si algo he aprendido de mis padres es que la fama puede ser una mierda, pero también puede utilizarse para hacer cosas buenas.
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Tú y yo, aunque arda el mundo
RomanceHistoria de amor de dos personajes secundarios de Serie Valientes (Editorial Penguin Random House). Junior es hijo de Oliver y Daniela Acosta, tiene tres hermanos, trabaja como cirujano en Los Ángeles y piensa que no le falta nada en la vida... has...