CAPÍTULO 9: «MACK NO ES MI TIPO»

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Las semanas pasaron sin apenas yo darme cuenta. Diciembre había llegado y el frío nos había obligado a sacar nuestras cazadoras más gruesas. Por fin acabábamos los exámenes, lo cual me hacía muy feliz. Mi rutina se había reducido a ir a clases, comer, estudiar y dormir, y necesitaba urgentemente distraerme y hacer algo divertido.

No había vuelto a hablar con Chris desde aquella clase de Matemáticas en la que faltó el profesor Harris. Cuando nos cruzábamos por los pasillos nos ignorábamos y en clases fingíamos que un muro invisible nos separaba. No volvió a intentar hablar conmigo y yo tampoco lo hice. Agradecía la situación en la que nos encontrábamos ahora, porque no habría sido capaz de concentrarme en estudiar para los exámenes teniendo a Chris detrás de mí haciéndome rabiar. Sin embargo, de vez en cuando me pillaba a mí misma pensando en el día que fuimos al parque, en aquel beso, pero como si alguien pudiese leerme la mente, me apresuraba a pensar en otra cosa.

Era miércoles y acababa justo de terminar mi último examen, el cual, por cierto, había bordado. Como durante la semana de exámenes no había clase, ya era libre de irme a mi casa y echarme una buena y merecida siesta. Chad y Mack acababan también los exámenes hoy, así que habíamos acordado que para celebrar nuestra reciente libertad, esa misma tarde iríamos al cine y luego a cenar.

Dejé los libros en mi taquilla y sonreí satisfecha. Por fin.

—¡Atención! ¡Todos los alumnos y alumnas de último curso deben dirigirse inmediatamente al gimnasio! —dijo la voz del director por los altavoces. Se comenzó a oír un cuchicheo leve. Cerré mi taquilla y les mandé un mensaje a Mack y a Chad. «¿Dónde estáis?», escribí. A los pocos segundos, Mack me contestó. «En la biblioteca, estudiando. Acabamos de oír lo de la reunión». Leí. «Voy a buscaros». Tecleé, cerré mi taquilla. La biblioteca estaba llena, pero no me costó encontrar a mis amigos. Mack estaba casi encima de Chad, golpeándolo, mientras que Chad, riendo, intentaba esquivar sus golpes.

—¿Interrumpo algo? —Sonreí mientras apoyaba las manos en la mesa donde estaban estudiando. Ambos pararon de pegarse en cuanto oyeron mi voz. Mack se quitó de encima de Chad y me miraron avergonzados. Intentaban disimular que se gustaban. Siempre que estaba yo cerca, dejaban de coquetear de manera tan descarada. Sin embargo, yo no era tonta, y además lo escondían muy mal.

—No, Chad me había quitado los apuntes y quería que me los devolviera—mintió Mack. Chad asintió, concordando con su mentira. Sonreí, divertida.

—Entonces... ¿por qué están tus apuntes intactos delante de ti? —la pinché.

—Eran otros apuntes. Los de Francés. —Sonrió inocentemente.

—El examen de Francés lo hiciste ayer. —Entrecerré los ojos. Chad estaba en silencio alternando la mirada entre Mack y yo, sin saber si intervenir, o mantenerse al margen.

—Me gusta repasar después del examen, para asimilarlo todo bien, ya sabes —balbuceó. Ya podía ver las gotitas de sudor aparecer en su frente.

—No, no sé. —Me crucé de brazos—. Es más, nunca te había visto hacer eso. —Mack miró a Chad en busca de ayuda.

—Es una nueva técnica de estudio china. —dijo atropelladamente Chad. Mack le fulminó con la mirada. No pude contener la sonrisa que quería aparecer en mi cara. Las dos nos habíamos dado cuenta de que esa era probablemente la peor excusa que había oído jamás.

—Aprended a mentir, ¿queréis? —dije divertida. Mack y Chad asintieron con la cabeza.

De camino al gimnasio, planificamos lo que haríamos por la tarde.

Cuando entramos, las gradas estaban casi llenas, expectantes por lo que el director iba a anunciar. Nos subimos a la parte más alta y nos sentamos. El director hablaba con otros profesores, esperando a que llegáramos todos.

JUGANDO A CONTAR MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora