Las orugas: algunas lindas y otras feas, pero todas tienen el don de tejer y ser pacientes.
Dedicada a la oruga de mi casa.
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Un día ¡cualquier día! En la mañana ¡cualquier mañana! De un mes ¡cualquier mes! Una oruga se había tomado la tarea de comenzar a hacer su capullo. Había tomado unas ramitas tan pequeñas que nadie esperaba que pudiera hacerse algo de allí. Como ya estaba muy gordo de todo este tiempo que había comido hojas, no le fue difícil comenzar a hacer su cobija.Mientra caminaba, tejía, y mientras tejía, caminaba; unía las ramitas que consiguió y hacia la base de sucapullo. Por un momento se sentó y por otro caminó.
El lugar donde vivía la oruga era la casa de cinco personas, entre ellas había un niño de cabello negro y ojos cafés, tan grandes que parecían chocolates de San Valentín.
El niño caminaba despreocupado por lo que pasaba por sus pies, pues la oruga había comenzado a caminar para que él no la aplastara, y sin embargo, el niño, cuando creyó que era una hoja muerta moviéndose, inclinó la cabeza para ver mejor, y descubrió que había una oruga tejiendo a los pies de una maceta.
—¿Quién eres, oruga? —dijo el niño, pero la oruga continuó en su labor.
Cuando se cansó de tejer, observó al niño y sus cejas negras le estamparon de belleza la vista, nunca había visto esas cejas tan bellas, pero eso no le deba motivos para hablarle, así que lentamente bajó la cabeza bu siguió juntando las ramas y tejiendo.
—Eres muy fea... —dijo el niño, y ésta vez la oruga se rió mucho. ¡Cuántas veces había escuchado eso!
—Oh, pero eso significa que mis als serán hermosas.
—Yo no te creo.
—¿Ves aquel árbol? —su voz era ronca.
—Sí.
—Tienes que vigilar día y noche cuando termine mi capullo y verás de lo que te hablo.
—¿Qué harás en el capullo?
—Dormir.
—Entonces que vigilaré, pero si luego veo que tus alas son feas, te aplastaré.
—¡No, no! —dijo preocupado—. ¡No me mates!
—¿Por qué?
—Soy muy importante, ayudo a la naturaleza y hago bonitos tejidos. Vuelo de un lugar a otro con mi familia y amigos, pero mis alas si son feas o hermosas, decoran el cielo, las flores y los campos.
—Entonces no te aplastaré.
—Gracias.
Y así llegó la terde y la oruga no dejaba de tejer, no se había cansado, pero el niño ya estaba aburrido, así que de vez en cuando le preguntaba sobre qué era un capullo, o si no le tenía miedo a las alturas, o qué sucedería si otra oruga tomara su lugar, a lo que la oruga con paciencia le respondía.
Cayó la noche y la oruga seguía en lo suyo. Tejiendo y tejiendo, los días pasaron y el niño no volvió a molestar, pues en realidad, la oruga se movía constantemente y él le perdía el rastro, pero un día la oruga se encontró cansada, con el capullo sobre su espalda y muy agotada. Fue allí cuando el niño la encontró.
—¿Qué te pasa oruga?
—Oh, estoy muy cansado... Ya no es fácil llevar todo el capullo encima de mí.
—Humm —el niño le sujetó mientras la oruga se escondía en su tela, hasta que sintió un lugar reconfortante (unas hojas y tierra bajo él), se limpió los ojos y le sonrió al niño.
Cuando subió el árbol hizo un último ajuste a su tejido y descansó.
Pasó mucho tiempo y el niño cuidaba el capullo día y noche, le ponía un paraguas para que la lluvia no le mojase y cuando había sol, le soplaba con un cartón; le cantaba algunas cosas con el ukelele de su hermano y de cuando en cuando le contaba una que otra cosa de las aventuras de su familia.
Un día el niño, cuando caminaba al lugar que se había convertido su rutina, notó que el capullo estaba roto y la oruga se había ido. Se echó a llorar. Nunca había visto una mariposa salir de su capullo y cuando tuvo la oportunidad se lo perdió.
Después de un largo llanto, sintió unas patitas diminutas en su hombro, y cuando vio, era la oruga que ahora lucía unas bellas alas azules. Sus ojos brillaron y entonces, la dejó volar.
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Relatos para niños con insomnio
Short Story"Relatos para el insomnio" La primera parte de mis relatos cortos, muy infantiles y fantasiosos.