Un conejo sin canasta.

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—¡Oh no! ¡Qué mal! ¡¿Donde está mi canasta?!— se quejaba el conejo tres días antes de la Pascua

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—¡Oh no! ¡Qué mal! ¡¿Donde está mi canasta?!— se quejaba el conejo tres días antes de la Pascua.

—¿Qué sucede mi querido Pet?— contestó la señora de la fábrica de huevos.

—¡Margarita! ¡Qué buenos son los huevos! ¡No encuentro mi canasta!

—Oh no... A que eso sí es un problema...— la señora llevó su dedo a su barbilla pensando —¿Sabes? Está la vieja lancha de tu abuelo, seguro se sentiría muy feliz de que la usaras tal como él lo hacía...

—... He... Pero yo...

—¡Es todo! ¡Ya está hecho! ¡Dentro de tres días irás a salvar la Pascua como tu abuelo!— la señora estaba muy feliz ya que el pequeño Pet sería igual a su abuelo.

Todos los demás conejos aún no sabían de la nefasta noticia sobre  la canasta y la lancha, todos sabían que Pet era el conejo más ordenado que la fábrica haya podido tener.

Pet muy temeroso salió por donde estaban sus compañeros haciendo los huevos. Cuando de pronto su pequeña y dulce voz llamó su atención.

—¡Pet! ¡Pet!— decía una pequeña conejita gris —¡Oh! No tienes idea de cuanto he esperado por este día— saltaba la coneja al lado del avergonzado Pet —¡A lo mejor y este sea el año con más huevos entregados!

—Oh... Si... Si... Sólo que sobre eso...

—¡Si que es impresionante! ¡Podría haber un premio para el conejo que mejor esconde los huevos!— interrumpió.

—Bonnie... Yo no creo que este año sea el...

—¡Y vaya que te lo mereces! ¡Imagina el momento de poner un trofeo en la sala de reconocimientos!

—Oye yo...

—¡Yo desearía tener tu puesto! ¡Sería genial que ambos trabajaramos juntos! ¡Imagínate cuanto lograríamos!

—¡No!— gritó Pet —¡Ya cállate y vete a trabajar!— el molesto conejo miró a su alrededor a sus compañeros asustados. Pet no era así, pero perder el objeto más importante era abrumador, cada conejo de Pascua tenía un símbolo único, el de él, era su amada canasta, hecha con los hilos mágicos que un antiguo y poderoso mago había creado, la canasta había sido tejida por la princesa del río de lágrimas y la princesa de los sauces llorones. Claramente era un objeto muy valioso, y era sólo para él, la canasta lo hacía sentirse seguro de sí mismo y así podría hacer bien su trabajo ¡¿Pero a dónde estaba la canasta?!

—Perdón Bonnie... Yo...— el conejo intentó disculparse pero Bonnie comenzó a llorar y se fue a trabajar.

Pet se sintió muy mal, y triste se fue a su oficina a buscar de nuevo su canasta ¿Dónde estaba?

—Oh mi pequeño Pet... Debes concentrarte si quieres que todo salga bien en esta Pascua...— dijo Margarita.

—No lo entenderías... Es muy especial...

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