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warmth

Estaba más que acalorado, podía afirmar que se derretía a cada segundo que pasaba.

La magnitud de calor solo lo hacía extrañar aún más las cosas de la época moderna, el aire acondicionado era un vago recuerdo que comparaba con un dios.

Un golpe de calor que inició desde temprano lo acompañó todo el día, quitándole las ganas de seguir trabajando dentro de su laboratorio y cuando creía que todo se refrescaría en la noche, vio que el universo no estaba de su lado.

—Aléjate un poco, mejor dicho, aléjate del todo

La guarida donde Chrome, Gen y Senku solían dormir solo podía definirlo como el mismo infierno. Estaba en un lugar alto y al dejar la ventana abierta entraba una brisa bastante fresca, que se desaprovechaba por culpa de los otros dos.

Cuando por fin se había acostado y poco a poco atrapaba el sueño, un calor inmenso le recorrió y sentía como si se estuviera asfixiando.

El de puntas verdes se despertó y vio quien había arruinado su sueño. Chrome seguía comportándose como un niño, rodando e invadiendo el espacio de otros. Se le pegaba y abrazaba como si de una almohada se tratara, murmurando cada cuanto lo que parecía vivir en su sueño.

—Ruri, Ruri — Gimoteaba y reía en sueños, reforzando ese abrazo a la almohada que en verdad era el líder del reino científico, que era obvio le disgustaba la invasión de su espacio — Ugh, ácido sulfúrico, no, eso no es malote . . .

Parecía estar viviendo múltiples sueños a la vez, sus emociones parecían volverse bipolares.

—Chrome, Chrome, Chrome. Te restaré diez billones de puntos si no te levantas.

Repetía una y otra vez para que el otro se moviera, con suaves empujones alejándolo y tomando su propia sábana, pero parecía que todo era inútil.

Se levantó decidido a mejorar su situación.



—En verdad, no tienes remedio — dijo tomando una gran bocanada de aire, por fin había logrado arrastrar el cuerpo del castaño y dejarlo durmiendo en la esquina más alejada. Estaba rojo del esfuerzo que hizo para moverlo.

Ahora nada podía salir mal.

Se tapó hasta los hombros y cerró sus ojos rojizos decidido a dejarlos descansar.

—Mhm, Senku-chan . . .

Unas curiosas manos rodeaban su abdomen acompañado de una respiración se hacía presente en su cuello, dejándolo atrapado y estaba seguro que el culpable tenía una sonrisa boba dibujada en la cara, la sensación calurosa lo volvió a invadir.

—No empieces mentalista — estaba seguro de que el otro solo lo estaba molestando, viendo de lejos que esta sería una larga noche.

Sentía que no podía escaparse así que solo se quedó boca arriba, esperando que el otro se aburriera de mantenerlo cerca. Veía el techo como si fuera a caerle alguna solución ante sus problemas.

La respiración parecía continua, indicando que no estaba fingiendo. Aunque sabiendo los múltiples trucos que tiene debajo de la manga, no le sorprendería que estuviera actuando el estar dormido.

—Agua carbonatada, soda . . . — murmuraba cosas a la vez que se acurrucaba — Senku-chan . . .

Estaba seguro que esos dos le tenían un complot en su contra y no tenía las energías como para lidiar con él.

Kukuku, sería una pena que cierto suministro de Senku Cola desapareciera misteriosamente — advirtió en voz baja, viendo de reojo la expresión del contrario.

Gen permanecía inmóvil, sin cambiar de posición o alterar su expresión, pero Senku estaba seguro de que no perdería esta batalla.

—Y que, por circunstancias inexplicables, se detenga la producción de esta . . .

—¡Senku-chan es tan cruel! — se separó de inmediato, dejando en claro sus prioridades.

El de ropas violetas se había despertado desde que el científico jr. empezó a hablar en sueños, desde noches anteriores lo había escuchado. Simplemente decidió imitarlo, aunque sabía que con Senku no servían esa clase de actuaciones.

—Woah, pero amenazarme con mi preciada Senku Cola — se reincorporo en su espacio, tomando su manta de vuelta — En verdad no tienes piedad ~

La calidez de antes había desaparecido.

El líder de la aldea Ishigami ya tenía los ojos cerrados y estaba en el proceso de descanso, eran altas horas de la madrugada y ahora el frío se le colaba hasta los huesos. Brisa que indicaba el inicio de un nuevo día, pero la oscuridad aún hipnotizaba sus ojos.

Extendió su mano, única por tener un tipo de vendas como vestuario. Calculó la distancia entre ambos y sin abrir los ojos dejó que cayera provocando un mínimo ruido para llamar una atención en especial. Nunca sería directo, no era necesario, después de todo el otro estaba despierto.

Le cumpliría el capricho, solo por hoy.

Un tacto parecido a cuando tomaba esas coloridas flores, una calidez perfecta si se colocaba algún termómetro. No le causaba ninguna molestia y el mayor, riéndose en voz baja, parecía estar a punto de recalcarle la actitud conveniente del otro.

—¡Oigan!

Hasta que una estruendosa voz resonó por toda la aldea, un individuo que apenas podía mantener el equilibrio al levantarse muy bruscamente por culpa de la brisa que lo golpeaba y que a la vez buscaba su manta.

—No me empujen solo para andar de acaramelados — el de cabello castaño empujó a ambos, recuperando su preciado lugar — ¡Consíganse su propia habitación!

Sin tiempo a deshacer el malentendido de la situación, el de cabellera castaña les dio la espalda y los dejó con la cara pintada de vergüenza.

A la mañana siguiente los delataría con Kohaku, recalcando como los otros habían dejado su salud en riesgo y robado su manta.

sengen week ༉‧ 2O2ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora