8.2.- Tesis del amor

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«Estaba más emocionado que R2-D2 en la ceremonia de premiación al final de Star Wars. ¡Al fin podré darle la copia del libro! Si es que logré dormir en la noche o no dejó de ser un tema para mí, ya habría otro día para recuperar las horas de sueño pendientes y, además, era demasiado improbable que terminara con ojeras dado que una vez estuve cincuenta y siete horas sin dormir y ni se me notó.

Me levanté a las cinco y media para arreglarme como si tuviera jornada normal, escuché el casete de The Earls mientras viajaba a la universidad y, en vista de que tenía menos de siete horas para ver a Mariana, me dediqué a terminar de componer la partitura de mi fuga mientras escuché Los planetas de Gustav Holst. Llevaba unos ocho meses trabajando en ese proyecto y me alegraba ver que iba en las entradas finales de la obra, rescatando un poco los motivos musicales desarrollados en la exposición. Pese a despegarme un poco de los cánones regulares para componer una fuga, en realidad quería hacer una magna fuga que pudiera tener igual extensión a la de mi referente, aunque en su caso eran siete fugas que conformaban una suite.

Viendo que eran las una y media, decidí hacer un alto a la composición para almorzar mientras escuchaba el casete de The Earls nuevamente. El corazón empezó a latirme por cien mientras escuchaba la canción It's you, recordando el día de la defensa de anteproyecto de tesis de Mariana y el cúmulo de emociones vividas en esa jornada entre la ansiedad por la presentación, la euforia de "mi valquiria" cuando le di el regalo y la divertida sesión de fotos. Fue ahí que surgieron las ganas de confesarle mis sentimientos, pero siempre hubo algo que me detenía y luchaba contra mi ansiedad, habiendo ganado hasta ese mítico dieciocho de octubre... ¿Era necesario hacer toda una "operación" para confesarle mis sentimientos? Quizá no dado que no se trataba de un objetivo militar, pero fue la única idea viable que se me ocurrió para poder declararme, se me hacía demasiado común las serenatas, los ramos pomposos... Necesitaba comodidad, necesitaba quitarme la armadura y demostrarle que tras la máquina protocolar había un chico enamorado que lo único que deseaba era poder estar con ella, darle todo el amor que ha sentido desde hace meses y no tener que cuidar cada paso porque pudiera pensar en que estaba loco y se alejara... Tomé un respiro solo para exhalar el aire con todo ese manojo de ideas perturbadoras, ya iba por el mes de cuando le confesé mis sentimientos y todo ha estado bien desde entonces.

Habiendo acabado el almuerzo, guardé todo en el Titán para ir al baño a lavarme los dientes y volver a la mesa donde estaba instalado desde la mañana para dedicarme nuevamente a la partitura para acabar la primera entrada final, interrumpiendo mi cometido media hora después al ver a Mariana salir del ascensor y buscarme con la mirada, por lo que alcé la mano en señal de saludo y me puse de pie en tanto se acercó.

— Hola –dijo algo agotada.

— Hola –le di un beso en la mejilla y sonreí-. ¿Cómo estás?

— Bien, me vine corriendo de práctica –tomó un poco de aire para calmarse.

— ¿Todo bien? –inquirí mientras tomé el Titán.

— Sí –sonrió-. ¿Qué querías hablar conmigo?

— Ah, sí –abrí mi mochila y extraje la copia de la memoria, extendiéndoselo-. ¿Recuerdas que te conté del concurso literario?

— Sí –no despegó los ojos del documento, tomándolo con una expresión de sorpresa.

— Bueno, no eres la única que estuvo trabajando en una tesis –sonreí-. En tus manos tienes mi tesis... Mi tesis sobre ti.

Sus ojos se hicieron bolones al tiempo que su boca dibujó un círculo casi perfecto del asombro.

— ¿En serio? –abrazó el libro y al instante extendió los brazos-. ¡Gracias!

It's you o la historia de cómo enfrenté mis miedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora