El busco un lugar donde podrían reencontrarse siempre.
Era un Café, muy lejos de ella pero cerca de El.
Allí podría recordarla, hacer planes de un futuro incierto y soñar con aquella mujer que jamás conoció.
Era un lugar pequeño, acogedor, con el aroma que tanto los identificaba, aquel aroma a café de la mañana que acortaba la distancia entre estas dos almas que se les ocurrió soñar juntas.
Café,, se esperaban a diario para compartir esa tan anhelada taza de café negro, juntos. Compartiendo ese tiempo, ansiado desde que despertaban, mientras todo era una amistad y hasta que ya no pudo serlo más.
Se seducian constantemente, mensajes románticos y eroticos, siempre alrededor de una taza de café.
Era abrumador como todo sin querer se salía de control a diario, a partir del primer café de la mañana.
Intentaron,, y valla que si lo hicieron, mantener sus sentimientos dentro de los límites,, pero fue un huracán de sensaciones que los golpeó a ambos, no pudieron contra eso.
Y todo siempre acompañado de una taza de café.
Hoy El se sentaría en aquel lugar a intentar olvidarla, ella se prepararía todas las mañanas su taza de café para recordarlo siempre.
Y así transcurriria el tiempo, quizás ambos rogando al destino que los una o que los haga olvidarse uno del otro definitivamente, quien lo sabe, lo que ellos no sabían es que hasta rogaban juntos, acompañados de un buen café.