001, kokoro isaya's container

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ooi, el contenedor de Kokoro Isaya

ooi, el contenedor de Kokoro Isaya

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Todo lo que sus ojos lograban captar a su alrededor era realmente algo muy común en el mundo de la hechicería, pero Satoru estaba realmente clavado mirando atentamente cada una de las velas en ese lugar como si de algo extraño e inusual se tratara.

No estaba seguro de qué estaba haciendo ahí pero estaba seguro que Mai no estaba en ese lugar con su sobrina para que él la pudiera conocer como prometieron.

Completamente seguro.

Por alguna razón no podía apartar la mirada de esas extrañas velas con patrones dorados, eran curiosas, puede que el ritual que estaba mirando lo hubiera visto cientos de veces ya, pero era la primera vez que miraba esas velas.

Era raro.

— Tráiganla.— una extraña voz rasposa se escuchó entre la penumbra en la que se encontraban.

Gojō dejó escapar un hipido ante el repentino cambio en el ambiente. Acomodándose en la silla incómoda en la que estaba sentado, frunció el ceño, no comprendía la razón por la que repentinamente todos comenzaron a ponerse nerviosos, no sabía ni porqué estaba él ahí en primer lugar.

Porque como nuevamente estaba pensando, él solo quería conocer a su sobrina, disfrutar de la compañía de su prima e irse a su casa como se supone tendría que haber hecho; no estar en medio de un montón de personas —en su mayoría ancianos— que no conocía porque lo habían obligado a estar ahí.

El preadolescente bufó a modo de berrinche mientras meneaba los pies en busca de su propio entretenimiento.

Su ceño fruncido se acentuó en gran medida cuando la gran puerta detrás del altar se abrió, especialmente en el momento en el que un hombre —casi— completamente encapuchado se comenzaba a acercar con un bulto entre sus brazos.

Sus ojos celestes rápidamente lo identificaron como el esposo de Mai.

— Aquí está.

Aumentando la creciente curiosidad de Satoru, Yūske puso el bulto envuelto en una manta blanca sobre la almohada de color granate que yacía en el altar. Su mente comenzaba a atar cabos sueltos, una sensación amarga le recorrió la garganta al saber qué era el bulto envuelto en mantas blancas.

El bebé soltó un bufido, posiblemente al no tener el calor de su padre con el. Satoru dejó escapar el aire con dificultad, quería salir de ese lugar, se comenzaba a sentir un poco mareado.

Pronto se sorprendió a sí mismo al notar cómo la energía maldita que desprendía el bebé comenzaba a rodearlo, una estela de color azul celeste comenzaba a aparecerse en su campo de visión.

— Traigan el objeto maldito y prosigan.

Era como una dictadura, como si estuviera dando instrucciones necesarias para sobrevivir a algo. Gojō retuvo la necesidad de burlarse del tono gracioso que emitía el anciano al desafinar.

Usuario ━━━━ Jujustu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora