Capitulo 8

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A Mikasa siempre le habían gustado las horas previas a la batalla, todo ese proceso de equiparse y detallar que todo estuviese en perfectas condiciones. Fuera de ponerla nerviosa como le pasaría a muchos, ella solo se detenía a mirar a sus compañeros y amigos, llenándose de la buena vibra que causaban sus conversaciones alegres, o las risas que compartían abiertamente unos con otros por algún mal chiste de Connie o las discusiones estúpidas de Eren y Jean. Contrario a lo que algunos pensarían, esos instantes antes de partir a cualquier misión eran tranquilos y con mucha interacción, todos estaban conscientes de que quizás esa fuese la última vez que estarían juntos y por ello hicieron un acuerdo mutuo y silencioso de disfrutar sus últimas horas en tranquilidad.

Aquella tarde todo se sentía distinto y es que lo era; se encontraban todos dentro del laboratorio de Hanji, equipándose para una guerra que jamás pensaron tendrían que pelear. Las ordenes habían sido claras; ir y recoger la mayor cantidad de muestra en infectados aún vivos, se les dijo debían cubrir su cuerpo, nariz y boca para reducir el riesgo de contraer “La Peste” con un traje de un material que Mikasa aún no lograba descifrar que era. Pero eso no era todo, también debían adquirir muestras de los fallecidos más recientes, los que después de que ellos hurgaran dentro de sus entrañas serian quemados como los demás que habían perecido.

Sabía que los estaban enviando a su muerte segura, ella y todos lo sabían. Por eso algunos prefirieron pagar el precio de la deserción, que era la horca o fusilamiento, a tener que morir en la agonía de contraer la enfermedad. Hacia una semana que habían regresado a Shiganshina y algunos estaban más allá del colapso mental después de ver con sus propios ojos los que aquella peste podía hacer, así que ella lo entendía, por un momento se planteó abandonar todo, un bala era mejor que sangrar y pudrirte hasta la muerte, pero ella era un soldado, uno que juro vivir y morir por los demás.

Solo las mentes brillantes podrían sacarlos de esa situación, eso incluía no exponer a Armin a Hanji y al equipo enviado de Mitras a una posible infección, no quedaba más nada que hacer el trabajo sucio y traer esas muestras para así quizás encontrar una cura y poner fin a esa pesadilla.

Iba hacia la sala de guerra, donde se estaban asignando las parejas, pero en eso vio a Armin dejar las carpetas a un lado y venir a ella, caminaba desgarbado y con dificultad; como si el solo hecho de moverse le costara horrores. Él se sentó en frente suyo y tomo sus manos, gesto al que la morena correspondió de inmediato, Armin parecía se iba a echar a llorar en cualquier momento.

¬ No sé qué haría si algo te llegase a suceder.¬ Sus ojos azules brillando en lágrimas que no se atrevía a derramar.

Ella quería decirle que estuviese tranquilo, que todo estaría bien y esa mierda motivacional que a Eren le gustaba darles cuando iban a arriesgar sus vidas, pero no podía engañarlo, entre más rápido asimilara que de esta no salía, más rápido él podría superarlo.

¬ Armin… Eres un gran amigo, el mejor que pude tener. ¬

El rubio la miro con desesperación y esta vez no lo pudo contener, las lágrimas salían en cascadas.

¬ No vayas, yo me intercambio por ti, quédate. Dame el traje.¬

Él se quiso levantar pero ella lo mantuvo en el sitio, negó con la cabeza, se mantenía lo más calmada posible, no era momento de entrar en pánico.

¬ Te necesitan aquí, necesitan de tu inteligencia.¬

¬ Me pueden reemplazar, yo prometí que te iba a cuidar y eso haré.¬

¬ Armin… Eres brillante, nunca dudes de eso, si alguien va a encontrar esa cura vas a ser tú. ¬

Mikasa se levantó al tiempo que él lo hacía e hizo lo que pocas veces había hecho delante de alguien, menos en un cuarto lleno de tantas personas; lo abrazó fuerte. Su mejor amigo correspondió al abrazo con la misma efusividad, llorando más fuerte entre sus brazos, ella estaba dando todo de sí misma para no romper en llanto también, necesitaba ser fuerte por los dos.

Una Y Otra Vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora