Septiembre: Capitulo 4

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Los días han pasado, la "fumigación" por fin terminó, mis clases con Rachel han ido normales, lo último que supe del Señor Murphy fue en un mensaje que me envió a mi nuevo celular: "Recuerda, las tres reglas son primordiales, apegate al plan actual y no trates de alterar nada".

Leí de nuevo esas palabras mientras me encontraba en la puerta principal del lugar, era una mañana fría, un cielo gris y el viento se mueve bastante por la zona, así que me puse un abrigo, pero no el mismo que solía usar, no estaba seguro de que hubieran reconocido mis vestimentas la última vez, en cambio me compré una campera verde, ya que no me gustaba el saco tan refinado que andaba y descubrí que exceptuando la camisa, pantalones y el no usar gorros, podía ir con cualquier prenda extra.

Veía como los grupos de personas se hablaban, los presumidos, callados, raros, frikis y demás, me sentía algo pequeño entre esas masas de gente, pero más intrigado por saber si alguno de ellos en su apariencia guardaba uno de esos locos sectarios, hasta el momento solo se que adultos la forman, pero por más que atrajera mi atención mi cerebro tenía hasta los líquidos implantado su objetivo.

Veía con atención pero sin levantar sospechas a Marian Ortega, si bien ambos venimos de la misma dirección, parecíamos ser todo lo contrario en un pequeño vistazo, yo soy despreocupado por lo que me sea irrelevante, ella parecía ponerle atención a todas sus amigas, yo no soy de un humor tan alto y ella no paraba de reírse y obvio, yo no tengo un grupo de amigos tan grande como el de ella.

En ese momento llega Rafael detrás mío, ya que él estaba guardando sus cosas en su casillero, venía como todos los días, emocionado, como si nada estuviera pasando, aunque por indicaciones del Señor Murphy tuve que hablarle de las 3 reglas para que él tampoco hiciera nada estupido, mientras Rafael habla de lo mucho que se diferencian los casilleros de aquí a los de su país, nota que yo sigo observando a la hija del narcotraficante.

-Cielos, ¿como piensas acercarte a ella?, es la hija de un maldito narcotraficante- dice cambiando su tono a uno alterado.

-(suspiro) No tengo idea, ¿se te ocurre algo?- Digo luego de una pausa.

Me mira con impresión y suspira.

-Mat, Mat, Mat... te estás enfrentando a una secta, ¿pero no puedes acercarte a una chica?- Dice decepcionado.

Acto seguido intenta caminar hacia ella y yo lo agarro del hombro.

-¿A donde piensas que vas?- digo poniéndome nervioso.

-Amigo, ¡déjame ayudar!, ¡es una chica guapísima!, le saco la información que necesites, le doy mi número y en un PIM PAM PUM todos estamos felices- dice tratando de convencerme.

-No es que no confíe en ti, pero tu entrepierna parece tener más cabeza que tú, además si te acercas demasiado a ella no sabemos como reaccione el objetivo final, déjame hacerlo a mi, de los dos yo tengo los días contados- digo intentando convencerlo.

En ese momento espero no llamar tanto su atención y reviso el entorno notando que ella sigue sin notarnos, pero en lo que observo la zona noto a dos sujetos fuera de la institución, estaban lejos, pero no lo suficiente como para no saber a donde observaban, ambos parecían totalmente normales, exceptuando el hecho de que veían fijamente al mismo lado que yo.

-Mira, mira esos tipos de allá- digo silencioso.

Uno agarra un celular y comienza a hablar con alguien, mientras que el otro se comienza a retirar a una tienda cercana, entendí al momento lo que estaba sucediendo.

-Analizando rápidamente el perfil de la individua número 1, en efecto, ¿piensas lo que yo?- dice intrigado.

-Mientras sea algo malo, estamos en la misma pagina, pero... ya tengo la situación perfecta para acercarme a ella- digo mientras vuelvo a ver a Rafael.

WESTSIDE: Sentencia De MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora