¿Amor? Ella sentía amor por sukuna después de todo lo que pasó por su culpa, después de haber matado a su padre, a todos los que conocia, ¿estaba demente? ¿No se amaba a ella misma?
Empezó a preguntarse.
Cuando se enteró de la muerte de sukuna, sintió un enorme vacío, él era todo para ella en ese entonces, el comienzo fue desagradable, pero luego sukuna se comportó diferente queriendo enmendar lo que le había hecho intento hacerla sentir una reina, ella era su reina, un demonio si podía amar, un ser como él.
— yooo...sukuna ¿Qué me hiciste?— lloro su muerte.
Miles de sentimientos y dudas la inundaron , y dentro de ella estalló un inmenso poder, un regalo de él.
Desde entonces se alejó lo más que pudo de todo aquello, intentando enterrar ese pasado, hasta ahora de nuevo que la historia continuaba.
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Su mirada estaba fija en el techo, todo había cambiado, ella había cambiado, los humanos eran cambiantes.
—¿En qué piensas tanto?— la interrumpe Gojo.
—Te han dicho que eres un metido— le responde.
— ¡si! Lo acepto a veces, quería saber que eres tú, ¿como adquiriste tal nivel?
—Tú también harás conmigo lo que hizo él, aprovecharse de mi debilidad.
—¿Te refieres a sukuna?
—Ese imbécil—hace una pausa —no, yo era una imbécil hace años.
—Los humanos se equivocan, y mejoran.
—¿Aún queda algo de humanidad en mí?— se pregunta así misma.
—sólo si tú lo quieres.
—Las maldiciones quieren acabar con los humanos, siquiera saben que sin ellos no existirían más.
— por eso te necesito, para mantener ese equilibrio junto a los demás.
—Entonces no serias tú, si no ellos.
—Lo que te haya hecho sukuna, Hazlo tú fortaleza ahora y deja atrás esa debilidad—recordando su antiguo yo.
—¿y que obtengo a cambio?
—No se que ofrecerte en realidad— Gojo la ve pensando en que podría querer ella.
—si no tienes nada que ofrecer, mejor olvidame, me importa poco lo que ocurra con personas que ni siquiera conozco, y las maldiciones los mismos humanos las han creado, tienen que atenerse a las consecuencias , crees que alguno de ellos les agradezceran lo que hacen por ellos, por que no lo creo—cierra sus ojos.
—No lo niego, estas en lo correcto.
Ambos callan viéndose a los ojos.
—Mmm... ¡ya se! Cuando Itadori logre comer todos los dedos de sukuna, te prometo matarlo yo mismo para tu satisfacción.
