LA MUERTE

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La muerte venía a visitarme cada tanto,
me hacía compañía en las noches,
nos habíamos vuelto buenas amigas pero era impredecible y se enojaba con facilidad,
nos peleábamos y como era de costumbre ella solía ganar.

Yo ya estaba acostumbrada a sentirme débil y cansada,
sus visitas me debilitaban,
nos volvían más unidas pero nuestra unidad a mi me quitaba la vida.

Mi familia hacía todo lo que podía para evitar que a mi habitación entrara,
pero mi vieja amiga era astuta
y se escabullía para contarme historias de viejos marineros atrapados en tormentas,
se iba al amanecer siempre con la promesa de volver a la noche siguiente para llevarme con ella.

Los doctores me recetaban cada vez más medicamentos pero ninguno podía romper el lazo que yo tenía con la muerte.

Cuando la muerte me visitó por primera vez yo intenté rechazar su amistad pero ella era insistente y me tentaba ofreciendo paz y tranquilidad,

el fin de todos mis males y pesares,
pero yo me mantenía firme recordándome a mi misma que no podía dejar a mi familia,
luché contra la muerte pero ella era más fuerte,

ellos decían "sigue luchando",
pero yo ya no tenía fuerza para otra batalla,
un día solo deje que la muerte me abrazara,
y nos volvimos buenas amigas.

Una noche solo entro a mi habitación, la muerte se veía triste,
y yo le pregunté porque estaba triste,
ella se sentó al borde de mi cama.

Dijo:
"eres buena amiga,
escuchas mis historias y soportas mis rabietas,
mereces vivir".

Después solo se fue y nunca volvió,
nos habíamos vuelto tan buenas amigas,
tanto así que decidió soltarme para dejarme vivir.

PoemarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora