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"Estoy viendo millones de luciérnagas."

Uno: ¿Cuando fue que ella se convirtió en una extraña?

(...)

«En primer lugar, nunca logro recordar muchas cosas a gran detalle, odio tener ese tipo de pensamientos melancólicos de volver atrás, porque hay muchas cosas que no me gustaría repetir. Sin embargo, hubiera querido que no sucedieran.

"──¡Ya me voy!

──Ten buen día, mamá."

Mi madre era maestra, ahora ya no lo es más. Solía salir muy temprano de casa y regresar muy tarde, por alguna razón era una mujer que conseguía trabajos realmente lejos y podría decirse que era una persona que no estuvo conmigo la mayoría de mi vida. Era mi madre, pero nunca la vi como tal, solo era una mujer que me había tenido en su vientre pero nada de eso iba más allá.

Un poco insensible, quizás, pero al día de hoy no significa más que eso.

Mi padre era maestro de la misma escuela a la que yo y Miwa íbamos cuando éramos chicos. Era una escuela grande, así que ella iba a sus clases y yo a las mías, nos desconocíamos por un tiempo y luego nos reencontrabamos con padre para volver a casa.

Madre siempre llegaba bastante tarde, así que solo la veíamos ir a la cama, comer y finalmente dormir. Miwa solía ser muy unida a ella y lo sigue siendo, las veo reír todo el tiempo, jugar entre ellas, mientras yo solo observo o escucho desde lejos. Nuestra relación era así desde que tengo memoria, ella estaba por su lado y yo por el mío, nunca la necesité y ella parecía demasiado ocupada para preocuparse por ello.

Aunque, comúnmente, los problemas llegan y con ello, llega el enfrentamiento directo.

Nunca pudimos llevarnos bien. No porque me faltara el afecto de una madre, si no más bien porque a ella parecía no agradarle la mayoría de cosas que yo hacía. No sabría decir si era a propósito o porque tenía eso de repetir lo mismo que mis abuelos con ella cuando era niña. Siempre escucho sus historias y aunque no vivo lo mismo, me siento mal por ella y por mi mismo, quién tiene que sufrir las consecuencias injustificables de todo el daño físico y psicológico que hizo contra mí.

No quería que me quisiera, solo quería que me dejara en paz.

"──¡Eres tan insoportable, nunca haces nada aquí, no quiero mantener parásitos!"

Pero no sucedió. No sucede. Probablemente no suceda nunca.

Recuerdo haber escrito con unas tijeras en un escritorio la frase de "soy un parásito", es algo que me marca desde ese entonces y quizás por eso intento esforzarme más en destacar en otras cosas para poder olvidar esa sensación de inseguridad que me llena inconscientemente gracias a eso.

Le dije a mi padre lo mucho que me dolía aquello, pero siempre la respaldó con un "estaba enojada." Una persona como yo no puede simplemente juzgar aquello, porque he hecho daño solo por el estar enojado, pero sé que eso no es justificable, que hice mal y que sigue matandome poco a poco la culpa. Sobretodo porque mi padre, al igual que mi abuelo, eran gente admirable y mi padre, en quién yo confiaba, me abandonó.

O así más o menos es como lo sentí.

Hubo un tiempo donde mi madre creyó que mi afición al volleyball estaba bajando mis calificaciones hasta un punto excesivo y comenzó a tirar mis cosas. Ya sabes, balones, DVD's, buscando deshacerse del supuesto problema desde la raíz que no existía, porque ese no era el problema. El problema radicaba en que ella nunca se consideró parte del problema y comenzó a suponer que el problema era culpa mía y de mis hobbies.

Empecé a practicar a escondidas de ella porque no podía hacer menciones en casa. Mi padre y Miwa jamás se metieron en ello, aunque yo rogaba, pero el abandono a ese nivel ya era tanto que me acostumbré a tener vista de sus espaldas y a hacerme más pequeño.

Fuimos a terapias con mi madre, pero solo duró unas semanas, luego volvimos a lo mismo. El abuso físico era tan común que ya comenzaba a no dolerme que me golpease, porque prefería que me hiciera moretones a qué repitiese lo inútil que era para ella, la vergüenza que sentía de mis bajas calificaciones y el compararme con otros niños.

Prefería mil veces que me golpeara, aunque suene muy violento de mi parte. Si me ignorara, sería un día bueno, y de la misma manera dejé de tratar de destacar en casa para no obtener su atención.

De allí, nacieron un par de cosas: odio el contacto físico que conlleve demasiado tiempo y odio escuchar a alguien levantar la voz con mi persona como objetivo, sobretodo si es para regañarme o rebajarme. Odio ponerme agresivo cuando alguien hace esas cosas, porque no es culpa de ellos y les hago daño por cosas que a mí me hicieron.»

Hinata tenía los ojos aguados cuando Tobio le miró de nuevo.

──No vayas a llorar, pedazo de mierda.

──DEJAME ESTAR SENSIBLE, SOY UN HUMANO.

El azabache suspiró, antes de esperar a que el menor se calmara un poco, antes de proseguir.

FIREFLIES ホタル Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora