"A veces me gusta pensar que el planeta tierra se mueve lento."
3: Cicatrices que formaban constelaciones.
(...)
«Sufrí de Bullying por un tiempo cuando era chico, porque mis mejillas solían ser enormes, incluso si era de los más altos de los chicos. Pero solo era un chico el que me molestaba sin razones aparentes.
Nunca me metí con nadie en ese entonces y eso se lo comuniqué a mi padre, naturalmente. Al año siguiente, el chico se fue, pero la cadena no paró allí, es más, se extendió.
Muchos años después, me hice con un grupo de chicas porque era más fácil para mí llevarme con ellas por lo receptivas que eran ante el volleyball y yo con jugar con muñecas, aunque solía llevar mis propios muñecos para que no fuese tan vergonzoso jugar con Barbies.
Recuerdo a una chica que tenía dientes frontales enormes y solía molestarme con una chica que me gustaba, pero cuando trataba de emparejarnos, yo nunca levantaba mi mirada y parecía desinteresado por completo, aunque mi rostro rojo era un delator y mi corazón quería salirse del pecho.
"──Oye, Tobio, ¿quieres ser mi novio?"
Aunque no levanté mi mirada de inmediato, detuve mi escritura, pensando en qué demonios acababa de pasar. ¿Iba en serio? Era imposible, era un chico que no resaltaba en ningún aspecto más que ser un nerd del volleyball, nunca fuí muy agraciado ni muy inteligente y mis dotes sociales daban pena.
"──¿A qué viene eso? No.
──Es que tu amiga dijo que me iba a dar de su sándwich si te preguntaba si querías ser mi novio."
Me había roto el corazón, porque aunque mis expectativas de gustarle estaban debajo del suelo, no había podido evitar sentirme mal por ello. No busqué pelea con ella, pero no le miré por un tiempo largo hasta que ella se disculpó.
Todo ese pequeño suceso de emparejarnos eventualmente con esa chica terminó en desastre, porque sin querer, a mi amiga la dejamos de lado y todo eso se volvió cada vez peor. Me convertí en un bully casi sin darme cuenta.
Le molestabamos con papeles, le llamábamos fea, la apartabamos y la dejábamos plantada cuando íbamos a jugar. Unos chicos se dieron cuenta, tomaron las pruebas y esperaron a reportarnos. Mis amigas solo hablaban histéricas entre ellas sobre lo que les podía pasar y cómo iban a evitar que las pruebas se entregaran, mientras yo palidecía porque entendí lo que estaba haciendo. Miré mis manos, pensando en ella, en mis supuestas amigas y en mi padre. Ah... Mi padre, ese era el hombre que menos quería decepcionar.
No sabía qué hacer, no pude concentrarme en el resto de las clases. Mis amigas decidieron ir a disculparse con la chica y ella aceptó sin dudarlo, pero yo no lo hice hasta mucho después, porque ellas no habían sido sinceras en hacer una disculpa grupal.
Luego de haberme disculpado, ella se fue de la escuela y nuestro grupo se terminó disolviendo. Creo que ese episodio me hizo entender muchas cosas y comprobar que la cadena del bully se repite una y otra y otra vez.
Una vez, mirándome al espejo, mirando mis ojos, mi cabello y, finalmente, esas cicatrices que cubrían uno de mis brazos que me ocasione a mi mismo en un ataque de rabia, decidí ir a preguntarle a mi padre: ──Papá, una pregunta. Tengo demasiadas mejillas por tu familia, ¿verdad? La mayoría de mis tíos tienen mejillas grandes también.
Mi padre solo asintió, dándome a entender que era algo genético. Volví a verme en el espejo, pensando detenidamente en aquello. Era una cosa que no podía solucionar por mucho ejercicio que hiciera o por muchas terapias faciales que hiciera. Y no estaba mal, quiero decir, era yo y es yo. No entendía por qué quería cambiar eso sí era parte de mi ahora y siempre lo había sido, ¿por qué debía cambiar mi apariencia solo para agradarle a la gente, más cuando es genético? Y esas cicatrices, ¿había tenido miedo de morir? ¿Qué significaban ahora?
Sin querer, sonreí ante mi reflejo. Estaba contento de empezar a entender lo que estaba mal conmigo. Esas mejillas iban a ser mi encanto, al igual que las manchas sobre mis hombros, el pequeño problema de la muñeca que tendría años después y esas cicatrices me enseñaron dos cosas: ir a terapia y a tomarlas como una muestra de supervivencia.
No muy valiente, pero sobreviví.»
El chico de cabellos naranjas se quedó en silencio y observó el brazo derecho del armador, cubierto por la tela del suéter que solía llevar puesto en todas las prácticas, nunca había notado algo así desde lejos. Por inercia, Kageyama sujetó su brazo.
──Ya no se ven, no de lejos.── Respondió, como si fuera capaz de leer mentes.
──¿De cerca sí? ¿No te da miedo que alguien lo note y te pregunte por eso?
Quizás sí, pero al tiempo le daba igual. No andaría mostrándole a todo el mundo, estaba orgulloso de sí mismo, de su aceptación propia y de su cambio que había retomado.
──No.── Respondió contundente.
Y eso hizo sonreír al más bajo.
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FIREFLIES ホタル Haikyuu!!
Fanfictionあ: Kageyama recuerda distintas etapas de su vida de manera aleatoria, desde pequeños traumas de la infancia hasta la persona que es hoy en día, pero esta vez en voz alta. Aviso: La mayoría de situaciones son fuera del canon. Este solo es un análisis...