Prólogo

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La lluvia empezaba a caer sobre el pueblo

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La lluvia empezaba a caer sobre el pueblo.

Se sentía tan fresca al caer sobre la piel del guerrero quien, muy a su pesar, se encontraba abriendo los ojos.

¿Cuántos días habían pasado? ¿Meses quizás?

Y ahí seguía, cada día recostado en su puerta de madera de la isla flotante esperando su regreso. Se adentró a la casa subiendo por aquella escalera de caracol encontrándose con su recámara. Entrar ahí era un mar de emociones y memorias. Tomó una de las sudaderas negras que había en el closet y se dirigió a la salida.

—Vamos Nube, las chicas deben de estar preocupadas—. comentó montando a su alada mascota dirigiéndose a su mansión en medio de aquella tormenta, sumido en sus pensamientos.

¿Por qué dejó que aceptara aquella misión?


Hace un par de semanas atrás

Merlon empezó a contarles a cada uno de los héroes de Karmaland, sobre algunas misiones especiales que tenían que realizar. Ese día se encontraban Vegetta, Alexby y Rubius para la asignación de sus tareas. Estas consistían regularmente en conseguir algún material o ayudar a exterminar algunos mobs que molestaban a pueblos cercanos.

O eso creían...

—Rubius, tu misión es algo especial, la solicitan afuera de la ciudad. Nos hicieron llegar esta carta con una de las primeras lenguas de la humanidad, nuestros bibliotecarios lograron identificar que es tu lengua origen. ¿Podrías echarle un vistazo a su encargo? — Dijo el anciano extendiéndole un pergamino.

—Vaya quien diría que Rubius sería de utilidad al final, jajaja— comentó a forma de broma su amigo Alexby.

—Jævla dverg (jódete enano)— soltó el híbrido aprovechando su oportunidad de que nadie lo entendería en ese momento. Extendió el pergamino empezando a leerlo solo para él.

—¿Y bien? ¿Qué dice?— comentó Vegetta a su lado, mientras veía aquel pergamino tratando de entenderle.

—Hmm...— Rubius movió sus orejas de oso hacia atrás, mientras se concentraba en lo que decía la carta. —Solo dice que necesitan a alguien que pueda eliminar unos mobs molestos, que escucharon de un héroe de aquí, que habla su mismo idioma y por ello quieren que vaya. Mira, hasta el mapa me dejaron para no perderme.— Vegetta empezó a analizar el lugar marcado — No lo sé macho, ¿quieres que te acompañe y te ayude? El lugar parece algo retirado.—

—Déjalo Vegetta, que se enseñe a estar solo jaja— dijo el menor al ver al ojimorado siendo muy sobre protector con su pareja. Ellos ya tenían un rato de haber formalizado su relación, pero eso no impedía a Alexby a seguir burlándose de ambos.

—Joder Vegetta, no te preocupes, no será nada de dos días a lo mucho y pin paw me tendrán de regreso.— comentó Rubius algo más animado, le emocionaba tener al fin una misión en la que él, fuese el protagonista.

—Bien, entonces les deseo éxito en sus misiones.— dijo Merlón para dar por terminada la reunión.

Pasadas unas horas los tres héroes se encontraron en la salida de la ciudad, justo en una disyuntiva. Las misiones de Alexby y Vegetta se encontraban cerca, mientras que la del híbrido se encontraba en sentido contrario.

—Bueno aquí nos separamos, suerte en no perderte Rubius— El jefe de policía empezó a adelantarse por su camino para darle un poco de espacio a la pareja de despedirse. "Par de melosos" pensó mientras caminaba.

—Ha-ha Jeg hilser din mor som er veldig hyggelig (Te saludo a tu madre que es muy maja)— le dedicó como despedida a su amigo.

—¿Qué le has dicho?— Vegetta le miró intrigado al momento que se ponía frente a él y tomaba sus manos.

—Nada, solo que le fuera bien— respondió mientras le desviaba la mirada, pero cedió ante la presión de su pareja —ok... tal vez no fue eso exactamente— terminó por decir mientras le dedicaba una sonrisa traviesa.

—Serás tontito jeje, ¿Prométeme que te cuidarás?— dijo posando una de sus manos sobre su mejilla.

—Que estaré bien triple 7, ¿Tú llevas tus pastillitas?— ambos no pudieron contener la risa ante ese comentario. Los dos se cuidaban demasiado. —jajaja, anda ya, que Lely te deja, te veré en unos días.— Antes de soltar sus manos, Vegetta las besó justo donde había un anillo plateado en el dedo anular del ojiverde, levantando un leve sonrojo en las mejillas de este.

—Nos vemos en un par de días— dijo al fin el azabache soltando sus manos y empezando a retirarse para ir a tomar lugar junto a su compañero. Le encantaba ponerlo en esa situación en la que no podía reaccionar, siempre era una pelea por ver quién podía enamorar más al otro y esta ronda él había sido el ganador.

De pronto un escalofrío recorrió toda su espina dorsal y un malestar se apoderó de su corazón. Sintió la necesidad de parar en seco y voltear atrás donde se encontraba Rubius, pero al hacerlo, solamente logró visualizar como este ya se encontraba corriendo hacia su destino.

—¡Vamos Vegetta, que no tenemos todo el día!— le gritó Alexby sacándolo de sus propios pensamientos.

No supo cómo interpretar aquello, quizás solo fue la brisa fresca del otoño que le hizo una mala jugada.

O quizás una advertencia del destino a lo que iba a pasar.

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