Se conocieron cuando él tenía quince años y Chanyeol trece.
Vivían en el mismo vecindario, Chanyeol con sus tíos y Jongdae con su madre.
Jongdae lo acompañaba de ida a la escuela para evitar que los chicos de grados mayores lo acosaran y cuando venían de regreso a casa pasaban por el taller del Señor Ji, el distribuidor de la zona.
Siempre escuchaban a todos hablar de lo peligroso que era aquel sujeto y que no debían juntarse con los maleantes de sus hombres, pero no era así del todo, a falta de mejores roles a seguir, Jiyong él les parecía el tipo más genial que habían visto; con su cabello siempre teñido de locos colores, autos de último modelo y gente obedeciendo sus órdenes a diestra y siniestra, podían concluir que querían ser como él.
Y después de pedirlo por mucho, mucho tiempo Jiyong les permitió hacer una que otra entrega a esos dos muchachos.
Jongdae lo hacía por diversión, como todo, pero sabía que para Chanyeol era diferente, él tenía una ambición que veía brillar en sus ojos cada vez que miraba a Jiyong, el hombre que admiraba.
Desde que lo conoció, supo que Chanyeol no era del tipo hablador, al menos cuando se trataba de sentimientos, por lo que lo conocía muy bien, pero había muchas cosas de él que no sabía, porque nunca habló de ellas.
Sabía que los padres de Chanyeol habían muerto, pero lo que no sabía era que había sido un supuesto accidente automovilístico, causado porque su padre le debía dinero a la gente equivocada.
Jongdae no conocía las circunstancias en que los señores Park habían fallecido, si hacía bien las cuentas, debió haber pasado unos meses antes de que se conocieran, pero nunca le preguntó a Chanyeol.
Solo estuvo ahí para él.Algo que pudo notar con el tiempo, era que Chanyeol quería poder, no del tipo adquisitivo, no era el tipo de chico que perdía la cabeza con el dinero y las cosas brillantes, quería ese poder que hacía que las personas te respetaran y se lo pensaran dos veces antes de enviar una camioneta a interponerse en tu carril.
Desde ese momento entendió a Chanyeol, entendió porque era tan cerrado y entendió porque aunque no tenía adicciones, ni buscaba dinero fácil veía con admiración al Sr. Ji, y decidió que iba a estar a su lado.
Y continuó estándolo hasta el punto en el que se confiaban el uno al otro la vida, eran como hermanos.
Años más tarde, cuando Chanyeol le planteó iniciar su propia mafia no dudó ni un minuto en aceptar.
Contrario a lo que creyeron que pasaría, Jiyong no se sintió traicionado, todo lo contrario, esos chiquillos que trabajan para él desde hace más de cinco años, estaban dejando el nido, y empezarían a hacerse un nombre por su cuenta, el día que hablaron por última vez con Jiyong, él probó una vez más que era realmente el tipo más genial que llegarían a conocer, esa noche tuvieron una conversaciones profundas, de esas que tienes con tu padre antes de mudarte de casa por primera vez, Jiyong les dio dinero y un consejo, luego se fueron para no volver y encontrar su camino.
Desde entonces siempre fueron ellos dos contra el mundo.
Chanyeol era increíble para la planificación, todo lo que se podría considerarse como decisiones corporativas era decidido por él, o pasaba bajo su mirada antes de ser puesto en marcha, el tipo de mercancía que traficarían, las rutas por las que serían llevadas, la cantidad de gente que estaría encargada de ciertas cosas, entre otras cosas. Chen por otra parte estaba a cargo que la parte más social del negocio, tenía buen ojo para juzgar a las personas, por lo que se encargaba de los tratos con otras bandas y potenciales compradores, y de juzgar quien entraba y quien no; al principio aceptaron solo a conocidos que seguramente no los traicionarían y tuvieran objetivos que les hicieran coperar en lo que se requiriera, en la actualidad su nivel de escrutinio para aceptar gente había aumentado, Chen era experto en reconocer a perdedores con ganas de obtener dinero fácil y a la primera redada cantarían como pájaros.
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Operación Delivery [Chanbaek]
Fiksi PenggemarEl jefe de mafia Loey, golpea la mesa cuando el teléfono de su oficina volvió a sonar. -¡Mis hombres ya están en camino, deja de...! -Oiga, la pizza hawaiana que entregaron no tiene piña -se queja una voz del otro lado. -¿Qué? -Hazlo rápido, ¡te...