CAPITULO 12

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Minho le dio un beso a su pareja, el hombre era simplemente increíble, el gatito con el que pasaría el resto de su vida. Tenerlo sentado sobre su regazo se le daba tan natural como respirar, el chico era mimoso, lindo y travieso, si todo eso fuera poco, también tenía una vena protectora que rivalizaría con la de cualquier hembra con crías. Por primera vez en su vida sentía que podía formar una verdadera familia, Kibum sería la base sobre la que se construiría el espíritu de la manada.

—¿En qué piensas? — pregunto Kibum abrazándose al cuerpo solido que le rodeaba.

—En ti— le sonrió Minho dándole un beso rápido a la boca que se le ofrecía—Pensaba en lo bonito que te ves desnudo sentado sobre mis piernas.

El rubor de Kibum era salvaje, al tigre le encantaba ver hasta qué punto era inocente su amor, estaba seguro que esa candidez no la perdería nunca— Eres malo— se quejo el gatito luciendo un pucherito adorable— dices cosas vergonzosas.

Minho desvió la vista de la boquita hasta la entrepierna de su pareja, puede que se avergonzara de sus palabras, pero el pene lo tenía totalmente interesado—.Tienes razón—, concedió— creo que mejor ocupo la boca en otras cosas—. Diciendo esto el tigre levanto en vilo a Kibum y lo coloco en la parte bacía de la mesa donde habían almorzado, sin darle tiempo al gatito de registrar lo que sucedía, separo las piernas y se trago toda la sabrosa erección del chico.

Kibum grito, se retorció y después de algunos minutos, se vino tan fuerte que sintió que por un momento el alma había dejado su cuerpo. El tigre se relamía goloso después de tragarse toda la corrida del felino más joven.


—Tenemos que salir de aquí— jadeo Minho al ver a su amor tan expuesto a su mirada— pero antes quiero hacerte mío una vez más.

Kibum sonrió, estaba tan feliz, por primera se sintió completo, tenía tres hijos y una pareja que le amaba, no podía pensar en nada mejor.

Después de un ratito divertido, Minho y Kibum estuvieron en la puerta de salida, listos para enfrentar el mundo como una pareja enlazada. Un beso rápido en los labios del gatito y el tigre abrió la puerta. Extrañamente el complejo estaba demasiado silencioso, esa área pertenecía a la parte pública, donde se celebraban las fiestas, las habitaciones para invitados, el gran comedor, los gimnasios, debía estar llena de vida para esa hora del día.

Un gruñido bajo salió del pecho de Minho, en un gesto suave pero rápido coloco al hombre más chico a su espalda. La risa de Kibum lo descoloco un poco —¿Qué es tan gracioso?

MINKEY - Cuando el tigre probo a su gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora