Cap. 11 - Estoy ahí para ti.

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Pov Jungkook

Eran las 09:39 y seguía en la enfermería esperando que Tae se despertara, realmente parecía agotado. Mientra dibujaba tranquilamente para matar el tiempo escuché de repente un quejido.

– Por favor para – murmuró Tae mientras se movía de un lado a otro, como si tratará de soltarse de algo o alguien – lo siento, lo siento mucho, mamá, papá – ahora, aunque había parado de moverse, estaba llorando – Jin salvame – Me dolía verlo así, tan desesperado, sufriendo tanto.

Me dispuse a sacudir lo un poco para intentar despertarlo, no podía aguantar verlo así, pero seguía sin despertar y empezó a ponerse peor y no me quedó más remedio de sacudirlo con más fuerza.

– ¡¿Qué?! – Se despertó sobresaltado e hiperventilando, mirando a todas partes angustiado. Le acaricié la mejilla para que se calmara y funcionó.

– Tranquilo, soy yo, ¿te encuentras mejor? –

– OH, sí, yo.... ¿Qué ha pasado? –

– Jimin me dijo que cuando te acompañaba a la enfermería te desmayeste de pronto –

– ¡Oh, dios! Lo recuero ¿Y dónde está tu hermano? –

– Se ha ido, me dijo que no quería incomodarte, ¿te sientes mejor? ¿necesitas que vaya a buscar a la enfermera? –

– No hace falta, me siento mejor, solo estoy un poco cansado – Asentí y nos quedamos ambos en silencio, sin saber de qué hablar. Me di cuenta de que estaba mirando fijamente sus muñecas y parecía bastante sorprendido.

– ¡Oh! ¿También duermes con muñequeras?– No se esperaba que hablará por lo que se pego un repullo y me miró sorprendido.

– No, no realmente, no recuerdo ponérmela, la verdad, pero me hacen sentir mejor – Dijo sonriendo.

– ¿No te dan calor? – Me miró y se rió entre dientes.

– No te han dicho nunca que haces muchas preguntas –

– Y-yo... perdón – Dije poniendo cabizbajo, no quería hacerlo sentir incómodo –Bueno... Yo... – Silencio – ¿Sabes que hablas al dormir? –

Eso último pareció asustarlo – ¿ Q-qué dije?– Me preguntó temeroso.

– Realmente no fue nada, solo llamabas a un tal Jin –

– ¡Ah! Hmm... ya, Es mi hermano mayor – Dijo relajándose.

– Ya veo, os lleváis bien, supongo –

–Sí, realmente lo hacemos – Dijo sonriendo suavemente, de repente pareció darse cuenta de algo y me miró – Tendríamos que ir a clase ¿no? ¿Qué hora es? –

– Son las nueve y media pasadas, pero no te preocupes, tienes el día libre, solo descansa–

– ¿Podemos irnos? –

– ¿Eh? ¿por qué preguntas? – Dije mientras lo mirar a confundido.

– Es qué no me gustan mucho los hospitales, o para el caso las enfermerías –

– Ya veo, no sé si puedes irte, voy a por la enfermera – Dije para salir a buscarla. Fue extraño, parecía ansioso, como sí el simple hecho de estar ahí tumbado le trajese malos recuerdos.

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– Toma, esta es la autorización que necesita para irse, dile que no se olvide de su cita a las cinco, aunque tenga el día libre no puede faltar – Me dijo la enfermera antes de retirarse.

– ¿Cita? ¿será el lugar al que me dijo que tenía que ir los miércoles? – murmuré para mi mientras volvía con Tae.

Entre a la habitación donde estaba Tae, realmente esperaba que se sintiese menos cansado y angustiado, me dolía verlo así. Pero la imagen frente a mí me sorprendió, no me esperaba ver a Tae así, hecho una bolita, abrazando sus piernas tan fuerte que sus manos estaban blancas y escondiendo su rostro en su pecho.

– Hey, ¿Tae? – Dije tocándole el hombro y haciendo que se levantará rápidamente rápidamente.

Sus ojos estaban rojos, como si hubiera roto a llorar tan pronto como salí de la habitación, y dios, se veía tan pálido y roto, que el simple hecho de mirarlo hizo que algo se rompiera dentro de mi.

– ¿ Podemos irnos ya? – me preguntó en un susurro mirándome con súplica.

– Sí – Y lo abrace, no podía seguir viéndolo así, no podía soportarlo, por mucho que odiase el contacto físico verlo así era cien veces peor, además no podemos ser fuertes todo el tiempo, todos tenemos derecho a rompernos y a ser consolados – No sé qué ha pasado, pero ahora todo está bien, no pasa nada ¿sí? vega, vamos –

Asintió y se levantó, parecía algo mareado y débil por lo que me acerqué para que pudiese apoyarse en mí, puso su brazo en mi hombro y nos fuimos caminando a paso lento, a veces necesitaba parase un poco y apoyarse en la pared para descansar pero no me importaba, si lo necesitaba lo haríamos.

Cuando llegamos a su cuarto se tiró a su cama y en seguida se quedó dormido. No quería, ni podía dejarlo solo por lo que me tumbé en la cama de mi hermano donde poco después me quedé dormido.

Las Dos Caras De Una Moneda.◈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora