Corrió como si el diablo persiguiera su alma y él tuviera que escapar para salvarse, aunque en el fondo sabía que ya no tenía salvación, que todo había terminado, y así era. Ya no había nada que pudiera hacer, lo había perdido todo.
Se sentía cobarde, inútil e idiota al querer pensar que podía lidiar con todo eso solo. Debería haber llamado a su pueblo para que se levantara junto a él, pero no quiso hacerlo. No quiso contarles lo que pasó y ahora todo estaba perdido, estaban bajo las manos de un extraño y todo era su culpa.Se dejó caer en el río con su cuerpo entumecido por el dolor y respiró con dificultad. Luego de un rato de descanso se acercó con cuidado y bebió un poco del agua. Vio su reflejo, notando que su pelaje albino estaba manchado de sangre y sudor. Se metió al río y dejó que su cuerpo se mojara y limpiara por sí solo, el agua fluía por las heridas que aún seguían un poco abiertas y ayudaba a que se curaran despacio. Pensó en qué iba a hacer a continuación. No tenía a donde ir y le dolía hasta el alma. Quizás debería buscar algún lugar donde pasar la noche, aunque la idea de colgarse de un árbol era bastante tentadora en esos momentos.
Salió del agua antes de que de verdad se planteara colgarse de un árbol y volvió a caminar con las patas adoloridas. La suave luz del atardecer hacía que las sombras de los árboles fueran alargadas y sus hojas se tornaran de un dorado tenue, mientras el viento soplaba y las iba tirando al suelo. Le hubiera gustado ponerse a pintar ese paisaje si no estuviera en esas circunstancias.
Caminó alrededor de 10 minutos y vio en la distancia una cabaña bastante grande, algo parecido a una casa de verano en el bosque.
Por fuera tenía una pequeña escalinata principal de madera y unos arbustos que parecía que no se habían podado en años. Se acercó y cambió a su forma humana. Intentó mirar por la ventana pero el polvo bloqueaba su vista. Se acercó a las escalerillas, que crujieron bajo sus pies cuando subió por ellas, y tocó la puerta tres veces. Esperó un rato pero nadie se acercó a abrir, tampoco escuchó nada.
El cielo se había nublado con distintos tonos de gris y el viento soplaba más fuerte. El olor a lluvia era presente en las plantas, lo cual significaba que se venía una tormenta. No quería dormir ahí afuera esa noche. Giró la perilla de la puerta, que cedió ante el contacto y dejo que se abriera lentamente.Puso un pie delante, luego otro, hasta quedar dentro de la cabaña. El olor a polvo y suciedad le pegó al instante, haciendo que estornudara sin parar hasta que se tapó con su mano. Miró alrededor. Estaba casi vacío, solo un par de muebles llenaban la soledad de la casa, como si alguien se hubiera mudado hace tiempo atrás y solo haya dejado un par de cositas. Cerró la puerta e investigó el lugar con la mirada. Le recordó bastante a la cabaña de los 7 enanos en "Blancanieves" solo que con más espcio y muebles grandes. Encontró una manta vieja de una tela suave y se la puso para no estar tan descubierto. Algunas arañas pasaban por sus pies y las esquivó con algo de dificultad.
Recorrió la cocina, estaba equipada con lo basico, una heladera, cajones con cubiertos, estantes con vasos, tazas y platos. Se acercó a la llave y la giró despacio, el agua salió en un chorro limpio, dejando saber que aún había agua en esa construcción casi abandonada. Apretó el interruptor de la luz y comprobó que también había electricidad. No estaba tan abandonada, pero tampoco había rastro de que alguien hubiera vivido ahí en un tiempo.
Subió hacia el piso de arriba. Había 5 habitaciones que conformaban el edificio, eran medianas y cada una estaba equipada con una cama de plaza y media y sabanas algo sucias por el polvo. Notó que había un baño privado en la habitación principal y uno en la planta de abajo. Entró y buscó un par de vendas para evitar que sus cortes siguieran sangrando. Decidió quedarse en esa habitación al menos por esa noche. Su cuerpo le pesaba y quería tirarse directamente a dormir, pero no quería seguir estornudando, asi que buscó en el lugar algunas sabanas. Encontró algunas limpias en un armario junto a un baúl de ropa. Encontró una muda de ropa de su talla y se la puso, luego cambió las sabanas y agarró una escoba que estaba tirada en la cocina, barrió un poco los rincones y luego se sentó en la cama. Los relámpagos eran visibles en el cielo y la lluvia empezaba a caer. Se acostó y dejó que su cuerpo descansara después de tanto tiempo, luego de tanto sufrimiento y tortura.
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El Camino del Alfa
FantasyTroy era un joven de 18 años cuyo padre le ha encargado su manada recientemente, siendo aún muy joven y sin saber el por qué de la desición tan drástica. Las cosas se complican cuando Artem, un lobo con deseo de poder, llega a cambiar el rumbo de su...