Te has repetido sus palabras una y otra vez durante los últimos días.
" Confía en mi".
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No obstante no ha habido más palabras entre vosotros desde esa nota de voz. No has querido llamarlo ni contestar. Esperando que fuera él quien diera el paso. Pero nunca lo dió.
Eres consciente de que está fuera de la ciudad pero no quieres , no puedes esperar más.
Necesitas dejar de sentirte así, sin poder concentrarte en tu trabajo ni en ti, notas que tu cuerpo empieza a resentirse con la angustia y tristeza de las últimas semanas y no estás dispuesta a dejarte anular por esta amargura.
En lo más profundo sabes que una parte de ti no se va a recuperar del todo pero tienes que parar.
No tiene sentido, te repites, en sólo unos días empieza la gira internacional, estará meses lejos y la cruda realidad es que no eres nada para él.
Tienes que olvidarle.
O al menos apartarle, relegarlo a un recuerdo dulce y seguir con tu vida.
Caminas tratando de convencerte de ello, tan metida en tus pensamientos que no te das cuenta de que hay alguien sentado en el suelo junto a la puerta de tu edificio.
No lo ves hasta que se levanta como un resorte cuando llegas a su altura.
Aunque vaya cubierto le reconoces al instante y sientes que algo se rompe muy dentro de ti.
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No te salen las palabras. No esperabas que estuviera allí. Crees ver desazón en sus ojos también.
Suspiras. Le indicas que entre y te sigue.
Subís hasta el apartamento sin decir una palabra y casi sin cruzar ni una mirada. Entráis en la casa en silencio.
Ese maldito silencio oprime tu corazón.
En tu cabeza se agolpa todo lo que quieres decir pero algo impide que lo hagas. No te sientes con fuerza para ser tú quien rompa el silencio.
Él se descubre, pero sigue callado. No parece saber cómo empezar.
