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Rusia jamás se había sentido tan nervioso como hasta ahora. La mirada del italiano sobre él era bastante pesada. Ni siquiera le demostraba una sonrisa, lo que seria correspondiente y de buena educación. Él solo permanecía serio, sin expresión alguna en su cara, sentado delante suyo desde el otro lado de la gran mesa redonda de la mansión del mismo.
—Che cosa sei venuto per ragazzo?. [¿A qué has venido muchacho?.]— habló al fin; su voz fue bastante grave, a sus recuerdos se le fue inevitable el no pensar en la etapa fascista del mayor. Rusia trago en seco intentando calmar sus nervios para no parecer como un cobarde delante de su suegro.
—Se-señor Italia, io ... sono venuto a parlarle di suo figlio. [Se-señor Italia, yo... Vine a hablar con usted de su hijo.]— contestó. La expresión fría de Italia a principios se deformó pero pronto recupero estabilidad nuevamente, o sea, calma.
—che accade con la mia Argentina?. [¿Qué sucede con mi Argentina?.]— tocar el tema con relación a su hijo era bastante delicado. Muchos debían de tener bastante cuidado al estar hablando con él acerca de ello, Italia podría reaccionar mal.
—io...— la voz le empezó a temblar. Jamás se imaginó que estaría metido en tal situación. ¿Por qué el italiano se le hacia tan aterrador?, se supone que él era mucho más fuerte que el contrario. Aunque su temor se relacionaba con el ser separado del latino. Aquello seria su destrucción segura —Lo amo troppo. [Lo amo demasiado.]— confesó al fin ocasionando que Italia se levantara abruptamente de la silla y mirase hacia las escaleras de al lado donde un argentino prevalecía oculto oyendo.
—Argentina,— llamó al albiceletes. El territorio se reveló al fin y camino hasta quedar al lado de su alto novio —Cosa significa questo?. [¿Qué significa esto?.]— le preguntó mediante se devolvía a su asiento y le prestaba atención ahora al argentino.
—Papà, frequentiamo la Russia da quasi un anno in ... segretamente. Volevamo che lo scoprissi formalmente. [Papá, con Rusia llevamos casi un año saliendo en... secreto. Queríamos que te enteraras formalmente.]— le explicó con una sonrisa que pronto desapareció apenas noto que su padre no estaba para nada contento.
—va bene amore, [bien amor,]— él nunca le ha gritado, retado o si quiera golpeado al argentino jamás. Hasta en sus momentos de perdida de cordura, siempre lo llamó con amor —Ti capisco. Ha accettato i tuoi gusti, ¡ma questo ragazzo! ... [Yo te entiendo. Acepto tus gustos, ¡pero esté muchacho! ...]— su voz se elevó sin darse cuenta, pronto volvió a contar hasta diez mentalmente para calmarse —conosci la storia tra lui e me. [Tú sabes la historia que hay entre él y yo.]
—ma papà, è già passato. Tra te e il signor U.R.S.S. ... [Pero papá, aquello ya es pasado. Entre tú y el señor U.R.S.S. ...]—
—È abbastanza. [Es suficiente.]— se puso nuevamente de pie dando a entender la conversación había llegado al final. Rusia y Argentina de mismo forma se levantaron. Italia señaló la salida —Per favore, lascia la mia casa Russia e stai lontano da mio figlio. [Por favor, vete de mi casa Rusia y alejate de mi hijo.]
—Signor Italia, io non ... [Señor Italia, yo no ...]— Rusia intentó interferir, tal vez hacerlo cambiar de parecer pero el italiano ya había puesto el punto final.
—Russia, vattene di qui. [Rusia, vete de aquí.]— no hubo de otra, el eslavo tuvo que marcharse de la casa y detrás suyo Italia cerró las puertas.
Padre e hijo se vieron con seriedad. —e tu, vai nella tua stanza. [Y tú, vete a tu cuarto.]—
Argentina tenía 204 años pero ahora mismo se estaba comportando como un adolescente. Obedeció a su padre, subiendo a su alcoba en la parte de arriba donde apenas y llegó cerró de un portazo la puerta.
—la puta que me parió.— se arrojó a la litera donde anteriormente dormía cuando era un adolescente. Aquella alcoba estaba llena de posters de bandas rockeras argentinas, a su lado una enorme fotografías de Maradona, miles de dibujos y fotografías antiguas. No se estaba esperando la reacción que tuvo hace momentos su padre con Rusia. ¿Por qué hasta el día de hoy aún desconfía de él?.
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