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Descargo de responsabilidad: No soy dueño de Lucifer

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Capítulo 18

Dios estaba lívido mientras caminaba por la Ciudad Plateada. Hacía más de una hora que Michael había regresado a sus aposentos con un Samael lloroso. El niño estaba inconsolable, peor de lo que había estado incluso cuando Dios le dijo que era más joven de lo que debería o que su madre se había ido. Le había llevado más de una hora conseguir que su hijo se calmara, e incluso entonces, fue sólo porque consiguió llorar durante tanto tiempo que le agotó. Había llorado hasta quedarse dormido.

Una vez que Samael estuvo dormido, interrogó a Michael, porque Samael había estado demasiado alterado para contarle coherentemente lo que había sucedido. Miguel le dijo que Gabriel le había dicho que él era el responsable de la muerte de Uriel. Dios estaba furioso. Dejó perfectamente claro que no sólo había que tratar a Samael con respeto, sino que nadie debía decirle jamás que Uriel había muerto a manos suyas. Gabriel lo había desobedecido en ambos casos.

Por supuesto, Dios no tardó mucho en encontrar a Gabriel. Estaba justo fuera del jardín con algunos otros. Dios no perdió tiempo en llegar.

Gabriel tragó saliva en cuanto vio a su padre, así como la rabia en su rostro. "Papá, yo..."

"¡No hables!" gruñó Dios antes de coger a su hijo del brazo y llevárselo. Caminaron durante quince minutos antes de llegar a las habitaciones de Gabriel. Dios lo arrastró dentro y cerró la puerta antes de soltar a su hijo y desatarse sobre él. "¡¿No fui claro?! ¡¿No fui muy explícito con lo que esperaba de tu hermanito?!".

"I..."

"¡¿No fui claro?!" Preguntó Dios en voz alta.

"No, señor", respondió Gabriel.

"No, me pareció que no. Ya te dije que a tu hermanito había que tratarlo con respeto, como a todos los que estamos aquí", le sermoneó Dios.

"¡Pues ya no es como nosotros! No es más que un pequeño bastardo. Nos ha traicionado. Se ha rebelado. Nos dio la espalda!" Gritó Gabriel.

"No, Gabriel, nosotros le dimos la espalda. Algunos de nosotros mucho antes de que se rebelara", dijo Dios con una mirada mordaz.

Gabriel no hizo más que fruncir el ceño en respuesta.

"Pero eso es irrelevante. Todo eso ocurrió en una época que Samael no recuerda. No sabe nada de rebeliones ni de peleas. Es sólo un niño pequeño, y no ha hecho nada para ganarse tu acoso. No, ¡abusas!" Gritó Dios.

Gabriel miró a su padre con sorpresa e indignación a la vez. "¡¿Abuso?! Yo no le he puesto la mano encima!".

"¡No, en vez de eso le agrediste verbalmente! ¡Le asestaste un ataque tras otro sabiendo que no tenía forma de defenderse! Eso es abuso y no lo permitiré". le gritó Dios.

"¡Se lo merecía! ¡No es más que un mocoso! ¡Nada de lo que dije no era cierto! ¡Él mató a Uriel!" Gabriel gritó de nuevo.

Lucifer - Desterrando al Diablo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora