Llegó aquel día, donde caminábamos con nuestros dedos entrelazados como raices.
Mi mente planeaba la manera de decirte que fueras mi chica, la chica que iba a ser parte de mis días. Solo observaba tus hermosos ojos que hacían que no le presté atención a tus palabras.
Por fín tuve a lo que le dá luz a mis días y créanme que el sol no era.
Eres mi diosa... creo en tus actos, tus palabras, tus caricias, e incluso en tus dedos pequeños que no se acoplaban a los míos, pero se aferraban como que van a estar siempre, SIEMPRE.