Algo salió mal

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Kyle

Pensando como todos los días. Quizá no suene tan mal pero cuando la única cosa en la que piensas es algo que te puede matar, creo que no es algo bueno.

-¿Quieres olvidar que pasó?- James, un señor alto y de cabello gris, me dice mientras se coloca los guantes de látex y abrocha el ultimo botón de su bata de laboratorio.

-Sabes que el proceso será doloroso y el resultado muy poco exitoso, ¿cierto?

Asiento con la cabeza y respiro profundamente.

-Mira Kyle, eso no te asegura que vayas a dejar de pensar en ella. Perdón pero no pienso aplicarte un método que te pueda matar.

-James, estoy desesperado. No quiero seguir teniendo sus ojos en mi cabeza, quiero olvidarme de ella.

-Lo siento Kyle, pero no puedo hacer lo que me pides, puedo hacer que dejes de pensar en lo que sucedió por una hora o dos, no más.

-Con eso me basta.

Asiente con la cabeza y se coloca unos lentes oscuros que le cubren toda la parte posterior de la cabeza.

Una larga jeringa con un líquido transparente aparece frente a mis ojos.  El sudor corre por mi frente al igual que la adrenalina lo hacía a través de mis venas.

La aguja apunta directo a mi sien y es entonces cuando sus ojos, grises y con una profundidad anormal, aparecen en mi cabeza. Su olor de repente invade mi nariz, intoxicándola, y el roce de sus manos sobre mi pecho quema mi piel.

-No lo hagas.-susurra su voz en mi oído, abro los ojos y veo a James con la aguja amenazando la vena saltada en mi frente.

-¿Qué pasa Kyle?-me pregunta el hombre mientras alza la jeringa lejos de mí.- ¿Te arrepentiste?

Niego con la cabeza pero mi respiración se vuelve pesada y me cuesta trabajo mantenerme quieto; y de no ser por los cinturones que aprietan mis manos contra la silla en la que estoy acostado, ya me hubiese largado de aquí.

¿Por qué tenía que acordarme de ella en un momento así? ¿Por qué no puedo sacarla de mi cabeza? Estoy harto, estoy harto de tener su voz en mi cabeza, sus ojos penetrantes acechando cada cosa que hago.

-Kyle, mírame a los ojos, ¿puedo continuar?- miro al Dr. James frente a mí aun con las gafas negras puestas y la jeringa sostenida en lo alto, ahora el líquido dentro no se ve tan transparente como hace unos segundos.

-James, hazlo antes de que me arrepienta, por favor.

El hombre se mueve con agilidad y clava la jeringa en mi sien, se siente como si un bloque estuviese pasando a través de mis venas, causando que mis manos se conviertan en puño y un grito de dolor salga a través de mis labios.

Siento más sudor del necesario correr por mi frente hasta llegar a mi pecho, escucho todo demasiado claro, demasiado fuerte; los guantes de latex de James apretándose a sus manos, el sonido de la jeringa sobre la bandeja de plata a lado de mi silla.

-¡Es insoportable!- grito con ganas, sabiendo que James no haría nada al respecto, sabiendo que dentro de estas cuatro paredes de concreto nadie escucharía mis gritos en la superficie.

-Kyle, relájate, tienes que tomarlo con calma; el efecto pasara en unos minutos más.

Intento acompasar mi respiración, intento abrir mis ojos que tal parecía que se habían quedado pegados con silicón. Mis manos continúan en puño, con un movimiento constante, y siendo apretujadas por los cinturones de cuero que hacían que mi piel se quemara.

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