Capítulo 4

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De momento pensé haber encontrado la forma perfecta de huir a lo que se cumplía en mi vida y que de cierta manera no dejaba de atormentar mi existencia aunque todo pareciera confuso e incomprensible. Si bien todo era caótico, enmarañado en un laberinto sin salida, encontrar la comprensión absoluta de lo ocurrido, era lo importante para el esclarecimiento de mis ideas. Anduve deambulando bajo la incesante lluvia, los autos, la gente y todos parecían estar sumergidos en su concerniente orbe, aunque la prisa era notoria, parecía no importarles las fuertes gotas mojando su piel. De pronto un hombre rubio que vestía una chaqueta impermeable color oscuro, topo con mi espalda lanzándome hacia el cemento encharcado de la calle, solo vi como su esbelta figura seguía su camino sin importar la hazaña, fue ahí que mi desesperación se incrementó y comencé a requerir ayuda de una manera impaciente. Todo era realmente extraño, la tarde, la gente y la lluvia. En ese momento me sentí solo y abandonado por ese amigo que siempre había considerado el más fiel de todos... el ambiente. Ponerme triste no era una decisión propia y generalmente radicaba en un sentimiento involuntario, del cual me era imposible evitar con solo una sonrisa. Afanosamente en mi estado de inmadurez perseguía la oscuridad, ya sumergido en ella, solo pedía a gritos encolerizados ser salvado de ella. Liado en la situación que no era por mero gusto, en algunas ocasiones perderme era una necesidad a ser encontrado. Sentirme bipolar era lo menos que podía sentir si en algún momento desee tener una experiencia con el mas allá, enfrentar todo esto me resultaba confuso a tal grado de ser capaz de llorar de felicidad.

Con los ojos llenos de lágrimas cubiertos por el camuflaje de las gotas de lluvia y el cabello escurriendo, pude percibir que a las orillas de la calle, cerca de un letrero color verde oscuro que señalaba el nombre de la avenida, una mujer de avanzada edad caminaba serenamente, no lo pensé dos veces y corrí a pedir su ayuda. Al acercarme su mirada parecía estar perdida bajo aquel paraguas negro que la protegía de la lluvia, no sé si mis nervios alterados me hicieron visualizar un rostro semejante al de una persona endemoniada, su vista en blanco, su mentón alargado y prominente, paralizaron por completo mi corazón, helando mi cuerpo de pies a cabeza.

Exclame fuertemente.

_ ¡Ayuda, por favor!_

Nadie había escuchado, la anciana siguió su camino dejando rastros de una mirada atemorizante, esto fue un imperioso motivo para que mi adrenalina llegara a su máximo nivel y me incitara a correr.

Tan solo corría sin llevar alguna dirección precisa ni rumbo fijo. Cuando menos pensé me encontraba sumergido en las sombras de un callejón sin salida y por el cual parecía marchar mi supervivencia. El tétrico pasadizo tensionó mi nervatura corporal, levante las manos y apreté el bate iniciando con un minucioso análisis del lugar. Estaba tan oscuro que las gotas no eran distinguidas por el iris de mi globo ocular, enfoque una rejilla de metal al fondo con un gran candado y a mi lado izquierdo la pared de una enorme bodega que parecía estar abandonada, ambientada por tres botes de basura que formaban parte de tan sorprendente escenario. El agua rebasaba mis tobillos, pero aún era visible el asfalto del suelo, de pronto uno de los botes que contenía una bolsa oscura de plástico comenzó a dar de saltos, fijé mi atención aunque no me causó sensación de miedo y fue en el momento más inesperado que un gato negro salto y con un ligero maullido se echo a la fuga.

_ Menos mal que se trataba de un simple gato..._ Murmure y solté el madero, que cayó bruscamente salpicándome hasta la cara.

De la nada la imponente presencia de alguien invadió mi círculo energético guiando sus pasos hacia mí, yo... solo buscaba correr, pero dudaba de que se tratara de una energía negativa. Solo unos pasos bastaron para detenerse a mis espaldas, gire mi cabeza unos tres cuartos y percibí a un joven que oscilaba entre los 18 y 23 años, al girar mi cuerpo mi respiración callo y mis latidos comenzaron a frenar, el tono pálido de mi cara reflejo miedo, aunque la tonalidad pálida era natural en mi. Observe sus facciones detenidamente pero su mirada no se asemejaba a la de las demás personas. Cuando abrió la boca empezó en ese mismo momento el interrogatorio:

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