《 5

158 13 0
                                    

Ella me miró por unos segundos restando importancia y se fue. Me quedé mirando sus pasos hasta que volteo en otra dirección.

— Señor lo están esperando, debería apresurarse.

El secretario de mi padre me estaba jalando del brazo, lo quité de manera brusca y camine hacia la sala de juntas, mi seño estaba levemente fruncido y pude notar una extraña sensación dentro de todo el salón.

— Disculpen, tuve...nada empecemos.

La verdad es que esto se me estaba pasando demasiado lento, solo veía las bocas hablar una y otra vez, incluso cuando cambiaban de turno para ceder la oportunidad a la persona que iba a hablar. Me acaricie suavemente la cien y suspire aquello parecía que de verdad estaba prestando atención pero no, no lo estaba haciendo, así que miré la hora y seguí haciéndome como si de verdad estuviera escuchando.

No podía creer que lo que había pasado recién me había irritado muchísimo.

— esta bien, entiendo todo lo que quieren decirme y sobre todos los proyectos que están pasando a la mesa. Primero, quiero felicitarles a cada uno porque han demostrado de verdad un compromiso por lograr y crear nuevos objetivos. Por el momento, me gustaría que me dejen estas carpetas, ya escuché cada uno de sus versiones así que les avisaré cuando habrá nuevamente junta o si acepto todo los cargos que han propuesto.— tome aire y jugué con mis dedos sobre la mesa. — Y nada...señores que tengan un buen día.

Y si, no había dicho nada más que meter palabras que no debía como felicitar, estaba seguro que todos estarían hablando del porque lo habría hecho, pero la verdad era porque quería deshacerme de esa reunión lo más pronto posible.

— Señor, quiere ir a algún lugar?— pregunto uno de mis guardaespaldas.

— Si, de hecho quiero ir a un bar nocturno por favor llévame al de siempre. — Me subo a la camioneta negra mientras el solo corre hacia el puesto del conductor. Había bajado el vidrio un poco de la ventana, y ahí estaba ella sonriendo cálidamente a una de mis secretarias. Ruedo los ojos parezco tonto mirando no debo.  Luego ya estaba yo, metido en quien sabe donde con la mente desubicada veía una mujer rubia sonriendo ampliamente mientras tocaba mis costados

— Sebastián...—. Logre escuchar y sentía ya como mi ropa se iba desapareciendo. A quien engaño, este no era yo, o si?

------------------

Hola, A todos me disculpo por tanta la ausencia, pero he vuelto con toda para seguir actualizando el libro. Me encantaría que me den algunas ideas, sería muy genial para poder compartir un capítulo con alguno de ustedes. Haré lo posible por subir el otro capítulo esta mismo día, lindo dia 💋

Mil Personalidades De SebastiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora