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Tenía prácticamente dos profesiones, honestamente no sé cómo tenía tanta mentalidad como para asimilar todo eso, al fin al cabo estaba pensando en renunciar al cargo de director ejecutivo dejándo el puesto a uno de mis hermanos. Genial, eres demasiado cabeza dura Sebastián.

Unas ganas de salir a vomitar me apresuraron  y sin mirar donde estaba corrí hacia el baño para hacerlo, me lavé la cara y los dientes. Me miré en el espejo, si cargaba con un dolor de cabeza así que traté de recordar todo lo que había pasado anoche. Pero una chica que no recordaba estaba detrás de mi desnuda mirándome de manera seductora.

— No puedo creer que Sebastián Yatra sea tan bueno en la cama. — arrugue mi frente mientras que ella solo se mordió el labio. Me rasque un poco la cabeza ya le iba a decir que se fuera  pero el rostro de la chica, que había conocido tan recientemente se asomó ante mis ojos.

—Tu...

— Me encantaría otra ronda ¿tu no? Realmente lo deseo.— ella se acercó hacia a mi y empezó a tocarme de forma descarada, cerré mis ojos, porque diablos estoy pensando en ella? O ¿es ella? Ella baja su mano hacia intimidad varonil, y empieza hacer de las suyas. Lo admito no logre dejar que ella se apartara pues me gustaba como lo hacía.

Aunque, no se si era ella misma o su manera de seducirme en menos de unos minutos más ya estaba chocando mi cuerpo contra el de ella, aquel baño había servido como otro escenario más de mi forma de jugar y también liberar mi estrés, siempre decía que esta era la mejor manera de liberar estrés. Cuando ambos nos duchamos y vestimos ella solo me miró, y si era ella la misma rubia no es la misma que andaba pensando casi todo el día.

— Lo disfrute Sebastián espero tu llamada la próxima vez. — Dijo para después marcharse como si nada de la habitación.

Mire el reloj y ya eran casi las doce del medio día, así que solo me apresure en irme a casa por ropa. Hoy no iría a la empresa iría al estudio tenía que mirar como iba terminar de componer mi canción, si...una canción que ni he empezado a escribir.

Mi teléfono vibró pero no le presté atención. Al llegar a casa, Martina estaba mirándome con enojo, de alguna manera me dio risa al verla así.

—¿ le causó demasiada gracia?

— Genial  viene a mi casa a tirarme regaños no eres mi madre. — dije mirándola para después hacerle seña para que me dé permiso.

— Vea usted...— su cuerpo dio un extraño giro y cayó sobre mi pecho. Ambos nos quedamos mirándonos asombrados para después yo soltar una leve carcajada mientras ella se levanta molesta.

— Usted es un infantil.

Y si, jamás me había reído tanto por ello. Jamás

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Mil Personalidades De SebastiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora