❥➻ Tu no eres Ko-chan

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—Ella te odia, jefe...

Suspire con irritación al ver a mi subordinada, Kozaki, con una sonrisa burlona observaba como mi traje estaba lleno de comida, comida desecha por mi chica.

Han pasado un medio mes apenas, y ella no colaboraba.

Sobe mi sien, totalmente irritado por su estupida presencia, incluso en un tiempo pense que está se sentía atraída hacia mi, adiós mano derecha, sin duda la asesinaba.

—Dile a mi madre que de nuevo la rechazó. —masculló, intentando de intimidarla, era la única de todos mis subordinados que tenía valentía para burlarse o hablar mal de (Nombre).

Tenía ganas de arrancar sus ojos justo en este momento, pero debia tranquilizarme, demasiado estrés sentía.

Buu~ si sigue a si, dentro de unos meses más parecerá al cadáver de la novia —con pereza se despegó de la pared, donde se encontraba recostada, para posteriormente desaparecer por los oscuro pasillos de nuestros escondite.

Rápidamente al ver que se fue, limpie mi traje, con una sonrisa di media vuelta, para dirigirme de nuevo donde (Nombre).

Aquella puerta algo oxidada, hizo un sonido chirriante al abrirla, al entrar, el cuarto de (Nombre), emanaba calidez, pero la persona que me tenía loco, era lo contrario.

Su cabello corto, mostraba ya signo del medio mes que pasó, largo, no tan largo, pero la hacia ver hermosa, Kozaki se hacía cargo de su aseo. Su rostro fino, pero debido a la falta de comida, los huesos de este se hacían presentes, Kozaki tenía razón, estaba la posibilidad de que ella muriera, debía hacer que entrara en razón, si seguía a sí...yo...

—Sabes que me preocupas —me acerque hacia ella, observando sus ojos apagados, su cabeza aun se encontraba vendada debido a quel golpe que recibió por Shiro, por supuesto, él había tomado su castigo, cien latigazos por dejar consecuencias.

En respuesta y como todos los días, solo recibí silencio, y lentamente las lágrimas caían por su pálido rostro.

Note como apretó aquellas sábanas que la tenían en vuelta, y no, no he profanado su cuerpo, no soy pervertido. No aun, además tenía apenas diecisiete años, y temía por un pequeño percance, por ejemplo un bebé, no me molestaba en lo absoluto si ella en algún momento quedará embarazada, pero ese era un sueño luego de lograr que ella me amara.

—Ko-chan, ¿Porque?

Senti mis mejillas arder al sentir como ella se acercaba a mi, y con aquellas manos esposadas trataba de tocarme.

Negué, ella estaba a sí por intentar escapar.

De inmediato retrocedí.

Ella me observo con dolor, lo lamento, pero era parte de la decisión de mi madre, si ya el amor me detenía en torturarla para hacerla amar a la fuerza, también era un obstáculo para que ella no aprendiera.

Ella debía aprender a hacerme caso, ser sumisa.

—Se que me odias...

Murmuré de manera fría, observando hacia otro lado, no observando sus ojos con lágrimas.

—¡No te equivocas!, ¡te odio!, ¡te odio tanto!, ¡no eres mi amigo, ¡eres un maldito mounstr–

Cerré los ojos al sentir mi mano contra su mejilla.

Incluso a mi me dolió.

—Tu no eres Ko-chan, eres un completo desconocido para mi... —murmuro bajando la mirada, mi madre tenía razón, ella debía dejar esa personalidad altanera que tomó una vez que la secuestre, no solo yo había cambiado, ella también.

—¡Te odio!

Baje la mano, y apretó los puños, sentía mis lágrimas bajar por mis mejillas, estoy por seguro que todos mis subordinados llegarían a ver qué pasaba.

—¡Si solo me hubieras amado! —exprese observando su lloroso rostro, su mejilla pálida prontamente tomo color rojo. —¡Yo siempre te he amado, ¡siempre e velado por ti!, ¡protegido y a sí es como me pagas!

Ella grito, y en un momento justo, se lanzó contra mi, pero gracias a las esposas e cadena de sus tobillos, no logro hacer nada, solo tirarme.

Grave error.

Ella con fuerza, y con agilidad hizo que sus brazos esposados quedarán en mi cuello, senti mis mejillas arder al ver que nuestro rostro estában cerca, tanto que sentía su aliento en mis labios.

Pov (Nombre)

Fui ingenua, no lo iba a negar, una idiota por haber confiado, pero...Como no iba hacerlo, él era mi amigo, aquel que me defendía, era como un hermano, pero ese fue mi maldito error.

Era tan cliché, nunca vi a Ouma de esa manera, y no iba a forzar a mi corazón hacerlo, ser huérfana y sus apoyos, hicieron que solo un vínculo familiar formará con él.

Su madre incluso era como mi segunda madre.

Recordando esos días, cuando ella llegaba con un pastel y Ouma con una gran sonrisa, las tardes de juegos, las risas, los lloriqueos.

Si, habíamos crecido como hermanos, desde que tengo memoria, pero...y solo me encontraba confundida, negué, en estos momentos aquel lazo se rompió, Ouma Kokichi ya no era mi amigo.

—¡Jefe!

Escuché como aquella puerta oxidada se abría de un golpe, me sentía débil, pero la adrenalina de tener a mi captor en frente hacia que se me olvidará todo.

—¡Esa mocosa! —chille con dolor al sentir como una patada era dada en mi estómago, de inmediato mis brazos soltaron a Ko...Ouma.

—¡Kozaki!

Debido al dolor fuerte me abraze a sí misma.

Mamá te extraño...

Llore, porque, porque me pasaba esto, porque, porque mi amigo me hacía esto.

Pov omnisciente.

Ouma se levantó, observo como la de cabellos (C/C) se quejaba en silencio, de inmediato sus ojos amatista observaron con odio a la de coletas.

—Tu...

La chica por primera vez sintió nervios.

—Jefe, ella...

Sus ojos, tapados por su máscara de payaso, observaron con nervios aquellos ojos morados, tan oscuro, sin vidas.

Escuchando como la chica tosía debido al golpe.

—Nishishishi, Kozaki, será mejor que corras, no tendré clemencia...

Río infantilmente, borrando su mirada siniestra, y mostrando un rostro alegre, era hora de desestresarse.

De inmediato la de coletas salió corriendo de ahí, había cometido un grave error.

Kokichi observo de forma triste a su amiga.

—Mi querida (Nombre)-chan, verás que si aceptas este amor, todo será diferente.

Su respuesta, un silencio.

Bueno era hora de jugar.





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No se preocupen, espero que tengan paciencia, esta historia si tendrá Lemon, pero no tan rápido, deben pasar muchas cosas para que eso pase, además estoy esperando que cumplan mayoría de edad.

Pequeña explicación.

(Nombre) había intentado escapar, pero desgraciadamente sus intentos fueron fallidos, por eso Ouma esta aplicando la regla de tortura psicológica.

En pocas palabras, quiere que (Nombre) tenga la enfermedad de síndrome de Estocolmo, primero la corrompe y luego ¡Zass!

Ya saben.

Besos y abrazos virtuales.

𝐏𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞𝐬𝐚 ᚔ ¡𝐘𝐚𝐧𝐝𝐞𝐫𝐞! 𝐎𝐮𝐦𝐚 𝐊𝐨𝐤𝐢𝐜𝐡𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora